La práctica artística de Santiago Robles continúa la tradición del arte de caminar. La figura multicitada del flâneur, o peatón en hispanoamérica, data desde el siglo XVI y se popularizó durante el XIX debido a la confluencia del pensamiento creativo y crítico encarnados por el poeta francés Charles Baudelaire y el filósofo alemán Walter Benjamin. En el texto “El pintor de la vida moderna”, publicado en el periódico Le Figaro en el año de 1863, Charles Baudelaire señala:
La multitud es su elemento, como el aire para los pájaros y el agua para los peces. Su pasión y su profesión le llevan a hacerse una sola carne con la multitud. Para el perfecto flâneur, para el observador apasionado, es una alegría inmensa establecer su morada en el corazón de la multitud, entre el flujo y reflujo del movimiento, en medio de lo fugitivo y lo infinito. Estar lejos del hogar y aun así sentirse en casa en cualquier parte, contemplar el mundo, estar en el centro del mundo…
De manera semejante a la descripción hecha por el poeta maldito, Santiago Robles adopta la caminata tanto como una vía certera de conocimiento acerca del entorno que transita, como una vía azarosa de reflexión sobre la pertinencia y la pertenencia del caminante con el terreno que pisa, que habita. Sin embargo, poco más de una década antes de que Charles Baudelaire (1821-1867) hiciera de la ciudad la protagonista de sus cuadros parisienses, el escritor y político liberal mexicano Francisco Zarco (1823-1869) introdujo el término transeúnte en la historia literaria y artística de México a través de una serie de breves artículos publicados en la revista La Ilustración Mexicana. En dichas colaboraciones periodísticas declaró:
A mí me gusta perderme así entre la muchedumbre, correr, detenerme, apresurar el paso sin saber por qué, caminar sin dirección…
[…] en el transeúnte siempre hay algo que examinar…
[…] pues los transeúntes en una ciudad son la imagen de los transeúntes por el mundo.
En la obra de Santiago Robles persiste, además de la elección del caminar como un oficio, declaración de principios fundamental en la escritura y modo de percibir el mundo por Baudelaire y Zarco, una búsqueda por “establecer una ruta transitable”, según una expresión suya, en las diversas y múltiples periferias que conforman, al delimitar, una ciudad contemporánea, como es el caso de la Ciudad De México en donde radica el artista. Ya sea que las derivas de su ejercicio le conduzcan a la pintura, el dibujo, el libro de artista a la manera de antiguos códices, la escritura o la fotografía, la obra de Santiago Robles es en sí misma evidencia del libre tránsito transdisciplinario por el que deambula, entre lo rural y lo urbano, entre el pasado y el presente, y entre la persona y la sociedad, configurando así espacios de transición simbólicos y concretos en los cuales es posible conocer, identificar y repensar nuestro devenir en la actualidad, más allá del fracaso de la modernidad y el progreso incumplido del capitalismo; e incluso, como el artista mismo así ha expresado, más allá “de la depredación de la naturaleza, del desplazamiento y exterminio de la otredad.”
Entre los proyectos multidisciplinarios emprendidos por Santiago Robles en el último lustro destaca Zonas de transición, ejercicio que media entre el arte, el entorno y la fricción que suscita el paisaje en los seres humanos. Constituido por caminatas, testimonios, crónicas y documentación visual diversa, Zonas de transición se ha materializado también en una nueva serie de pinturas que desde sus títulos manifiestan abiertamente una posición crítica ante los hechos que señalan: La ciudad no termina aquí porque sabemos que no se acaba nunca, Toda esa orilla era el lago y Cuando tenía cinco años, todo esto estaba sumergido en agua, son tan sólo las primeras tres obras de este cuerpo de trabajo.
Realizadas durante el año 2019 en mediano formato, característico del cartel publicitario, cada una de estas pinturas posee la peculiaridad de estar fundada en un retruécano histórico y formal del arte. Mientras que la técnica empleada, óleo sobre lienzo, remite a ciertos ideales de la pintura clásica, en especial al abordar un género tan tradicionalista como lo es el paisaje, la paleta seleccionada por el artista a base de colores y tonos neón, típico de productos y marcas comerciales, denota un contexto contemporáneo incierto y volátil ajeno a un pasado ilustre fijado en el imaginario de la humanidad. Una estrategia similar, formulada a partir de la contradicción de opuestos, está presente en otros proyectos de Santiago Robles, en particular en la serie de dibujos Migración (2013-2015) y en el libro de artista Códice Starbuckstlán (2018), en los cuales hace uso simultáneo del tinte orgánico y opaco obtenido con la grana cochinilla contrapuesto a la pintura acrílica fabricada de principio a fin a través de procesos industriales en el vibrante tono Red Kiss; o lo que es lo mismo, el arte puesto en disputa entre el mundo natural y el mundo artificial, ensamblaje de tiempos que se cuestionan entre sí e impele nuestra atención.
¿Qué es el arte para Santiago Robles? Aventuro que no sólo es la ocasión para articular un diálogo entre el centro y la periferia de una ciudad contemporánea, ni la exaltación del arte como viaje o el caminar como arte, sino, sobre todo, la oportunidad de señalar la frágil y difusa frontera que media entre lo propio y lo extraño, entre el yo y el otro; y, en fin, entre un ellos y un nosotros. Caminando estamos dentro del mundo, y al andar, rehacemos su memoria y nuestro relato.
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Christian Barragán es curador independiente y coleccionista de arte. En 2009 fundó BaCO Ediciones, proyecto gráfico de arte contemporáneo. Ha organizado exposiciones en diversos espacios independientes, galerías e instituciones como el Museo de Arte Carrillo Gil y La Trampa Gráfica, entre otros. Es coautor de los libros Gustavo Villegas: Sobre la pérdida (Secretaría de Cultura, Querétaro, 2017) y Javier Marín: Zonas oscuras (Editorial Terreno Baldío Arte, 2017), así como autor de la antología El oro del tiempo (Lalulula.tv – Satélite, DVD, 2017) y de la columna #Deslinde en la revista Este País (blog).
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Lista de obra
Santiago Robles
1. Libreta de apuntes, grafito sobre papel, 2020
2. Todo esa orilla era el lago, del proyecto Zonas de transición, pintura al óleo sobre lienzo, dos secciones de 90 x 60 cm cada una, 2020
3. Todo esa orilla era el lago, boceto, tinta y grafito sobre papel, 22 x 34 cm, 2018
4. Cuando tenía cinco años, todo esto estaba sumergido en agua, del proyecto Zonas de transición, pintura al óleo sobre papel de 400 g/m2, 29 x 39 cm, 2020
5. Cuando tenía cinco años, todo esto estaba sumergido en agua, del proyecto Zonas de transición, pintura al óleo sobre lienzo, 76 x 60 cm, 2019
6. Cuando tenía cinco años, todo esto estaba sumergido en agua, boceto, tinta y grafito sobre papel, 21.5 x 14 cm, 2018
7. La ciudad no termina aquí porque sabemos que no se acaba nunca, impresión en risografía sobre papel, 30 x 42 cm, edición de 100 ejemplares sin pruebas realizada por S.A.R.A., 2019
8. Códice Starbuckstlan, tinte de grana cochinilla y pintura acrílica sobre papel artesanal realizado en Arte Papel Vista Hermosa, Oaxaca, 22 láminas de 25 x 38 cm cada una (total de 25 x 840 cm aproximadamente), audio cíclico de 17 minutos (narración del códice), 2018
9. Obras varias de la serie Migración, tinte de grana cochinilla y pintura acrílica sobre papel artesanal elaborado en Arte Papel Vista Hermosa, Oaxaca, la serie está conformada por 31 obras, medidas de 34 x 49 cm, 49 x 34 cm, 34 x 98 cm, 2013-2015, en orden de aparición:
a) Huixtepec, el fuego nuevo, 2013
b) Encontramos la señal, 2014
c) Año uno pedernal, 2014
d) Encontramos la señal, 2013
e) Huitzilopochtli, 2015
f) Año uno pedernal, 2014