El territorio que actualmente ocupa ciudad Nezahualcóyotl —que se encuentra al este de la Ciudad de México, en el Estado de México— comenzó a poblarse en la década de 1940 debido a los trabajos administrativos y de ingeniería que se realizaron para drenar el lago de Texcoco. Aunado a la sobrepoblación actual —Neza tiene la densidad de población más alta del país—, el municipio ha cargado históricamente con otros estigmas relacionados con la pobreza, la inseguridad que se vive en la zona y la carencia de servicios públicos, entre otros factores. Aunque la periferia de la Ciudad de México se caracteriza por albergar ciudades dormitorio, es decir, zonas en donde más del 80 por ciento de su población trabaja en lugares distintos a donde reside, actualmente el 70 por ciento de la población económicamente activa de Neza labora en comercios y en trabajos relacionados con los servicios dentro del municipio.
Es fundamental señalar que ciudad Neza y Chimalhuacán son dos de los diez municipios mexiquenses que concentran más del 50 por ciento de feminicidios registrados entre 2005 y 2013 en el Estado de México. Tan solo entre 2011 y 2012 se tiene el registro de 600 desaparecidas en ciudad Neza, la mayoría menores de 17 años. Actualmente, muchas organizaciones luchan por recopilar información sobre desapariciones y por lograr la impartición de justicia. A pesar de que se declaró la alerta de género en el estado en 2015, el índice de impunidad sigue siendo desastroso pues, por ejemplo, el 47 por ciento de los 626 asesinatos de mujeres en 2016 fueron investigados como feminicidios.
Es en este contexto en el que la pareja de fotógrafos conformada por Sonia Madrigal y Tonatiuh Cabello (Tonasupo) desarrollan su quehacer artístico. Ambos viven y trabajan en Neza. Tona y yo nos conocimos primero por afinidad de intereses temáticos (véase, por ejemplo, Zonas de transición. Popuesta periférica), pues él estaba creando un libro-arte sobre las creencias de su familia, la cual también habita en los alrededores del monstruo que es la Ciudad de México. Después conocí el trabajo de Sonia gracias a un casual y fortuito viaje en el metro. Lo primero que me llamó la atención del trabajo de ambos es el sentido de pertenencia que tienen de su lugar de origen, pues no intentan maquillarlo ni generar, a través de sus proyectos, una distancia socioeconómica o discursiva respecto a él. Se asumen como actores que forman parte de un entorno altamente cargado de términos simbólicos, y es así como desarrollan un profuso cuerpo de obra que busca —siguiendo a Sontag cuando parafraseaba a Wittgenstein—, darle un significado a la fotografía a partir de su uso: explorar y cuestionar el entorno físico, económico y espiritual en el que están inmiscuidos, y después trasladar ese principio a otras latitudes del territorio nacional.
Sin embargo, la práctica fotográfica de Madrigal y Cabello no se limita a registrar su entorno. La pareja reconoce que lo significativo de la captura de imágenes reside tanto en su carácter de filtro de la existencia como en la autonomía de la realidad fotográfica. Las visiones que comparten cumplen, por sí mismas, funciones estéticas y críticas que en muchas ocasiones problematizan y nos muestran el lado de las ciudades que decidimos ignorar. Las fotografías que conforman sus proyectos nos invitan a realizar trayectos y exploraciones que se renuevan constantemente a partir del acervo de cada uno de sus observadores.
Sonia y Tona realizan proyectos en común y también de manera personal. Es así que decidí dialogar con ellos en conjunto para indagar sobre aquellos puntos evidentes de encuentro en su creación, pero también para visibilizar las diferencias de aproximación y concreción que cada uno lleva a cabo en su práctica.
¿Qué función cumplió la Fábrica de Artes y Oficios, FARO de Oriente, en su formación artística? Desde su experiencia, ¿cumplen con sus propósitos estos espacios? ¿Qué mantendrían y qué cambiarían de ellos?
Juntos: el predio donde se construyó el FARO de Oriente era antiguamente parte de la Laguna del Salado (una extensión del Lago de Texcoco) que con los años fue desecada. Posteriormente, se utilizó como contenedor para la basura que generaban los compradores y vendedores del tianguis que ahí se ubica, conocido popularmente como tianguis del Salado o tianguis de los miércoles.
Los dos somos originarios de Neza, pero nos conocimos en el FARO de Oriente en 2009 mientras cursábamos un taller de fotografía con Mark Powell. Nos dejamos de ver por algunos años, aunque nos llegamos a encontrar en la calle mientras desarrollábamos los proyectos De espaldas al centro (Tona) y Tiempos Muertos (Sonia).
Tona: Relaciono a este espacio con el hecho de que mi proceso, por lo general, consiste en observar el espacio público, apropiarme de él e intervenirlo de vez en cuando.
Sonia: el origen del FARO es similar al de ciudad Neza; es decir, es un territorio que también fue una extensión del antiguo Lago de Texcoco que después de ser desecado, funcionó como depósito de basura en ciertas zonas y aún continúa en construcción. Tanto Neza como el FARO forman parte de mi contexto y son punto de partida dentro de mis procesos.
Juntos: Respecto a la segunda pregunta, mejor enfoquémonos en la nueva banda que ingresa al FARO, y en el hecho de que cada vez hay más proyectos que dialogan de mejor forma con el público buscando una aproximación horizontal y alejándose de paternalismos. No creemos que seamos los salvadores de alguna comunidad o barrio, simplemente somos voces que provienen de la periferia y que a veces se contradicen.
Hablemos brevemente de su formación individual en terrenos diferenciados de la cultura pero que finalmente están involucrados directamente en su obra. Sonia, ¿cómo se conjugan tus estudios en informática con el interés por retratar el entorno que habitas y por el cual transitas a diario? Además de la creación artística, ¿trabajas en cuestiones relacionadas con tus estudios o esa parte de tu vida quedó de lado por ahora?
Vivir en una ciudad como Neza que determina mi contexto social y el hecho de poder transitar o no la calle, siempre han generado relaciones particulares que me gusta observar —desde cuestiones lúdicas, cotidianas hasta situaciones más complejas. Todo ello ha influido en gran medida en mi práctica. Es así como a partir de mi historia familiar y de los trayectos que realizaba cuando estudié en el CCH Oriente y en Ciudad Universitaria, intentaba entender lo que implicaba ser mujer y vivir en la periferia de la Ciudad de México. Así surge mi interés por comenzar a retratar mi entorno.
Sobre cómo se conjuga eso con mis estudios, al inicio separaba bastante la fotografía de la informática. Con el tiempo he entendido que siempre será más interesante abordar un tema o intentar resolver una situación cuando te encuentras en el margen o en la periferia de las disciplinas. Ahí te das cuenta del vínculo que pueden llegar a tener entre ellas y quizá esto te brinde otra perspectiva.
Actualmente sigo trabajando como desarrolladora web, actividad que compagino con la fotografía. La informática es mi mecenas.
Tona, ¿dónde se encuentra el límite entre fotografía periodística y producción artística? ¿Convergen o las entiendes como prácticas separadas?
Muchas veces me han dicho que la fotografía periodística y la producción artística se entienden de forma separada, pero me gusta pensar lo contrario. En lugar de ver un muro o un límite que te señale hasta donde debes llegar, me imagino una periferia por donde se puede caminar de un lado a otro como lo he hecho con los trayectos entre la Ciudad de México y el Estado de México. Me gusta explorar una transversalidad entre el arte y el (foto) periodismo.
¿De qué forma a lo largo del tiempo han desarrollado una metodología creativa, por más intuitiva que ésta pudiera ser, para llevar a cabo proyectos en conjunto?
Juntos: Fue en 2014, a partir de conversaciones por Facebook y posteriormente en las calles de Neza, que comenzamos con la idea de realizar una muestra que integrara el trabajo de fotógrafos de nuestro municipio. Así surgió también la posibilidad de impartir talleres juntos y de conformar la plataforma Mal d3 ojo (2015), que busca darle visibilidad a proyectos relacionados con la imagen que no hayan tenido suficiente difusión. Hay varios cruces en nuestra cuestión vivencial y formativa que han facilitado la realización de proyectos conjuntos y, principalmente, han dado la posibilidad de seguir desarrollando nuestros proyectos individuales.
Recientemente, le dimos forma al proyecto Everyday Neza (2018), que explora, mediante imágenes presenciales e imágenes de archivo, el presente y el pasado del municipio, y continuamos realizando derivas por la periferia de la Ciudad de México. Nuestra metodología, si pudiera verse así, es seguir transitando las calles, recorrerlas muchas veces sin rumbo fijo y chacharear en el tianguis, ahí es donde las ideas han encontrado un inicio.
Sonia, en el texto introductorio de tu proyecto La muerte sale por el Oriente (2014-actualidad) escribes que: «De acuerdo al Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, diariamente en México mueren siete mujeres a causa de la violencia extrema, siendo el Estado de México una de las entidades federativas con mayor número de casos, concentrados principalmente en Ecatepec, Chimalhuacán y Nezahualcóyotl, municipio donde vivo». ¿De qué manera concibes tu práctica dentro de este contexto? ¿Qué funciones consideras que desempeña tu obra, tanto a nivel personal de mujer que habita en esta zona, como a nivel político e histórico reconociéndote como ente social?
Desde niña comencé a entender que, por vivir tan a la orilla, siempre tendría que caminar o desplazarme un poco más para acceder a ciertas cosas, con todo lo que ello implicaba, y no sólo refiriéndome a lo territorial. Por lo tanto, y como mencioné anteriormente, tanto mi contexto como el hecho de ser mujer han marcado en gran medida el punto desde el cual parto.
Aunque comencé fotografiando mis trayectos al entonces Distrito Federal como parte de la población flotante del Estado de México, con el tiempo he comprendido que el vínculo con el transporte también tiene que ver con el hecho de que ahí fue por primera vez donde tuve que crear y aprender códigos que las mujeres usamos para poder seguir transitando las calles (cómo vestir, cómo hablar, cómo intentar cuidarte, cómo y dónde caminar y demás). En el transporte es donde una experimenta algunas de sus primeras agresiones y acosos en el espacio público por parte de los hombres. Así llegué al tema de violencia feminicida, una situación que también me atraviesa. No sé si con mi trabajo logre algo, quizá puede que no pase nada, similar a lo mucho que no sucede en estos lugares y en todo el país.
Seguir documentando y también apropiándome de la calle es una forma de resistir y de contar un poco del cómo se vive desde este lado físico, emocional y mental.
El proyecto La muerte sale por el Oriente [en proceso] está basado en tres ejes principales: fotografía documental, intervención de territorios y mapeo digital colectivo.
Tona, en varios de tus cuerpos de obra hay un acercamiento, desde una mirada relacionada con lo popular, hacia la religión o la espiritualidad. Podríamos referirnos, por ejemplo, a series como Por aquí no pasó Dios I, II Y III en donde el vínculo religión-arquitectura-violencia es evidente. Sin embargo, existen otros proyectos como Evangelización en donde retratas a tu familia y lo sagrado es utilizado como filtro o amalgama para unir a la fotografía con el resto de los elementos que conforman tu investigación. ¿Cómo es que una mirada relacionada con la religión te permite explorar aquello que te rodea pero también colabora en la generación de preguntas sobre tus identidades: territoriales, culturales, políticas? ¿Qué aporta la espiritualidad a tu forma de concebir el mundo que no aporta otra práctica o creencia social?
El interés por plantear los proyectos surge de acontecimientos familiares que son en donde encuentro un sincretismo entre la religión católica y un gran apego hacia las culturas prehispánicas del país. Por ejemplo, varios primos tienen nombres nahuas combinados con algún nombre del santoral, como es el caso de Yuritzi Rosalba, Yoatzin del Carmen y José Quinatzin.
Del proyecto Evangelización a veces me enfoco en la ruptura de algunas ideas conservadoras o radicales que tiene la iglesia católica. En una imagen de la serie, retrato al padrino de bautizo de mi primo Itzamná, quien también oficia ceremonias religiosas, abrazando a su pareja sentimental del mismo sexo. En otra, destazo algunos carteles de Jesucristo para después pegarlos en mi habitación rechazando la connotación sagrada que se les da a las imágenes religiosas replicadas en papel. Te anexo un mapa que realice durante el seminario en el Centro de la Imagen donde visualizo los proyectos que mencionas y la forma en que los abordo.
El proyecto Por aquí no pasó Dios consistió en documentar nichos católicos en la periferia de la Ciudad de México, que fueron abandonados debido a la violencia imperante de estas zonas lo que devino en que se convirtieran en ruinas.
¿Cuáles relaciones identifican que establece su obra con la serie de prejuicios que existen en torno a ciudad Neza y a la periferia en general? ¿Refuerzan a estas creencias, las desmitifican, sirven como un ejercicio crítico que permite generar perspectivas más sensibles y/o mejor informadas?
Juntos: Los prejuicios sobre Neza surgen a cada rato del mismo modo que el salitre emerge de su tierra. Frecuentemente se habla de la violencia que existe en el municipio como si fuera el único sitio violento del país. Nos hemos enterado de personas que mientras visitan el municipio, su casa está siendo robada en la Ciudad de México. Quizá Neza se desmitifica sola cuando pasan estas cosas. Como mencionas, nuestras imágenes buscan un ejercicio crítico que permitan generar perspectivas mejor informadas pero mucha gente se aferra a su propia visión prejuiciosa aunque hayan estado un solo día en la zona. Nos han hecho preguntas de las más rupestres como, ¿qué comen? ¿Aquí estudian? ¿Dónde hay un Starbucks? ¿Cómo pueden vivir tan lejos de la ciudad? Pero las comprendemos de donde vienen, pues por lo general son formuladas por personas que no pueden ver más allá de sus privilegios o con una visión colonizadora.
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Texto publicado originalmente en el portal de la revista Código, el 26 de septiembre de 2018.