UNIVERSIDAD AUTÓNOMA CHAPINGO
MUSEO NACIONAL DE AGRICULTURA
Santiago Robles
IN CELICAYOTL IN IZMOLINCAYOTL
La frescura, la germinación
Curaduría de Christian Barragán
Viernes 14 de junio, 18 horas
Hasta septiembre
Entrada libre
Km 38.5 Carretera Federal México-Texcoco, Estado de México
Para Santiago Robles Bonfil el arte es un ejercicio de reflexión, lo cual no implica repetir un lugar común, sino enfatizar dos acciones que conforme se desarrolla su obra van cobrando mayor relevancia: el arte en Santiago se ejercita bajo un sistema multidisciplinario y de manera cotidiana, asimismo, es una vía de estudio para conocer y conocerse. La exposición In celicayotl, in itzmolincayotl (que se traduce del náhuatl como La frescura, la germinación) es el resultado de la práctica constante y no convencional de la meditación y exhortación de algunos asuntos que implican la correlación entre estética, acción social y ética.
En referencia al arte como ejercicio cotidiano, la primera visita que realicé en compañía de Santiago al Museo Nacional de Agricultura y a las instalaciones de la Universidad Chapingo estuvo conformada por un amplio recorrido que comenzó en el paseo de las personas ilustres, continúo por la capilla que alberga los murales de Diego Rivera y por las salas adyacentes donde se conservan las obras de Xavier Guerrero, para después extenderse más allá del campus universitario hasta la zona arqueológica de Tetzcotzinco, además del centro y alrededores de Texcoco. Más que una excursión, se trató de una incursión en la que con igual asombro se consideró el paisaje, la arquitectura y la gente. Una exploración que nos llevó de la altura silenciosa del cerro en que se ubica el Baño del Rey al bullicio del mercado de San Antonio; de la inmensidad capturada en la pintura de José María Velasco a la épica contenida en la poesía de Nezahualcóyotl; e incluso más, de los pulques y su origen prehispánico ligado a la deidad Mayahuel, a las calles tranquilas de Tepetlaoxtoc al atardecer. Entre una estación y otra del recorrido, la conversación fue hilvanando los puntos de un mapa imaginario y sin fronteras, la trama se urdía entre la antropología, literatura, historia, agricultura, música, gastronomía, lingüística y la docencia. Una experiencia modesta y común que devino en un recordatorio contundente: en el roce del cuerpo con el paisaje, en la fricción del pensamiento con las obras, en el trato con la gente germina el arte, o aquello que después expuesto en una galería designamos como tal.
De esa forma procede Santiago Robles Bonfil: deambula, observa, conversa. Viajes como el anterior se multiplican en la biografía del artista, tanto que premonitoriamente su primera exposición individual a los veintiún años se tituló Regiones. Recuerdos (Amoxcalli, UNAM, 2006). Casi dos décadas después, varios de los títulos de las obras reunidas en esta exhibición así lo reafirman: Huixtepec, Zapotitlán de las salinas, Tlepopoca, Cincalco, San Andrés de la cal, Huixachtitlan, La tierra de Ixchel, Pinar del río, Xitle y Teuhtli. Se trata de un ejercicio del arte que tiene el cometido de generar, en palabras suyas, “zonas de transición” a través de las cuales sea posible trasladarse de un horizonte a otro. Ya lo dijo un poeta, basta con caminar un par de calles traspuesto el territorio conocido para sentirse extranjero; y era claro que no hablaba exclusivamente en términos geográficos. En este sentido, el arte puesto en acción por Santiago escudriña, restituye y deja al descubierto otros horizontes y otras formas de relacionarse. Muchas de las pinturas aquí congregadas representan lugares que han sido marginados por considerarlos periféricos a una visión centralista y hegemónica que niega la trascendencia de una extensión, una población y una cultura sin la cual la pervivencia de esos centros dominantes quedaría comprometida, cuando no inviable. El campo, las mal llamadas aŕeas metropolitanas y el incomprendido interior de la República se encuentra en amenaza por un puñado de ciudades, por un cerrado puño de convenciones y prejuicios. En contrapartida, Santiago recupera los testimonios de las personas y los sitios con los cuales interactúa en sus desplazamientos y los preserva por medio de la voz de un narrador omnisciente que nos relata desde sus obras. Es así que podemos conocer, entre muchas otras, micronarraciones como las que siguen: “Encontramos la señal”, “…el fuego nuevo”; o “Cuando tenía cinco años, todo esto estaba sumergido en agua”, “Toda esa orilla era el lago”; y “Somos gente de maíz”, “…nuestra madre”.
El arte es un ejercicio de reflexión, decía, y lo es también de transformación: ante los límites verticales de la exclusión, los horizontes próximos de la empatía. El arte de Santiago Robles Bonfil ejerce la posibilidad de transitar de lo individual a lo comunitario, de lo propio a lo ajeno, del pasado al presente, de la ética a la estética. El potencial del arte practicado por él radica en la acción social, en ejercitarlo cotidianamente, en la complicidad del otro, en la disposición de conocer y reflejarse en los demás.
Christian Barragán
Universidad Autónoma Chapingo. Museo Nacional de Agricultura. Km. 38.5 Carretera Federal México-Texcoco, Estado de México. Mapa, aquí.
Prensa
Prisma Radio UNAM (Hora 1 minuto 43)
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Muchas gracias a Virginia Pérez, Subdirectora del Museo Nacional de Agricultura y a todo su equipo, a la Universidad Autónoma Chapingo, a Antonio Pliego, Israel Reyes, Héctor González, Caro Calzada, Rodrigo Alarcón, Brenda Salazar, Miriam Figueroa e Itandehui de la Tejera. Gracias a todas las personas que prestaron sus obras para que este proyecto se pudiera llevar a cabo y a quienes compartieron con nosotros sus fotografías para editar esta publicación.
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Gracias a todas y todos los asistentes por su generosidad.