Este jueves 18 de noviembre a las 12 horas se realizó la presentación en línea y recorrido virtual del micrositio 1521 La conquista de México en el arte y los murales de San Ildefonso, en el marco del programa #México500 de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM.
Participaron: Sara Afonso, Alejandro Salafranca, Santiago Robles, Yunuén Sariego, Carmen Tostado y Eduardo Vázquez Martín.
Agradecemos al coordinador del colegio Eduardo Vázquez, a Carmen Tostado y a Yunuén Sariego por la invitación a ofrecer unas palabras de introducción al trabajo de colegas artistas relacionado con los 500 años de la batalla por Tenochtitlan.
Transmisión en vivo, aquí.
Para ver el micrositio, clic aquí.
Para más información sobre el Códice Starbuckstlán, clic aquí.
Hace cinco siglos, la Conquista de México y la destrucción de Tenochtitlan representaron un cambio de paradigma que hasta la fecha sigue suscitando innumerables reflexiones en diferentes áreas del conocimiento, en las que el arte ha jugado un papel especial en el modo de representar el impacto del choque cultural y sus muchos significados.
Esta encrucijada modificó la manera de sentir y pensar de unos y otros, peninsulares e indígenas en un primer momento, criollos, mestizos y mulatos fueron creando nuevos mundos, encontrando sincretismos, favoreciendo mestizajes.
El arte, con toda su complejidad, multiplicidad e intuición, se ha reapropiado simbólicamente de los otros y ha interpretado los cambios de mentalidades y veletas políticas, generando un espacio de reflexión a través del cual se construyen nuevos sentidos y significados a lo largo del tiempo.
Distintos momentos se hilvanan en este sitio, en el que numerosos artistas y autores exploran la complejidad del proceso de la Conquista que confronta y cruza diversas maneras muy diferentes de entender el mundo, dando paso a relatos e imágenes, memorias y deseos que han hecho eco a lo largo del tiempo, interpretándose una y otra vez.
En ello, ha sido significativa la ausencia de representación de la Conquista por la Corona española, quien no comisionó ninguna obra de la hazaña bélica que llenó de oro sus arcas, mientras los novohispanos la capturaban en pinturas enconchadas o en los biombos decorados, los tlacuilos la pintaban en sus códices y recitaban a través de sus cantos, o el pueblo la representaba en las danzas de conquista, donde perdedores y vencedores se confundían entre sí: árabes contra católicos o tlaxcaltecas contra mexicas, en míticas batallas; así, la diversidad cultural florecía entre indios, africanos, asiáticos y europeos construyendo un mundo nuevo barroco.
Si durante el Virreinato se plasmó la pluralidad cultural a través de pinturas, biombos o murales, durante el siglo XIX se buscó un pasado que cohesionara la naciente república mexicana. Esta búsqueda dio origen a dos ideologías: por un lado, la hispanista que enaltecía la llegada de los conquistadores españoles, portadores de la lengua castellana, la religión católica y la civilización occidental; y por el otro, los indigenistas que enarbolaban a los grandes tlatoanis como símbolo de valentía ante la violencia de los peninsulares.
Durante el gobierno de Porfirio Díaz, las dos ideologías, la hispanista y la indigenista se conjugaron en una sola: el mestizaje sería la respuesta del gobierno, que fue rápidamente aceptada como el “verdadero origen” del pueblo mexicano. En el arte, esta visión mestiza se plasmaba sobre todo en la pintura; algunos de estos cuadros sobre el origen de la nación se presentaron en las exposiciones universales.
l sincretismo y el mestizaje se volvieron el punto de partida del muralismo en la construcción de la identidad del mexicano, cuyas obras se convirtieron en los nuevos códices que formaron las ideas con las que las generaciones posteriores fuimos educadas. En este esfuerzo de representatividad de unos y otros, Orozco, Leal, Charlot, Alva de la Canal, Revueltas y Siqueiros, en sus primeras obras plasmadas en la entonces Escuela Nacional Preparatoria, definieron por medio de un diálogo entre murales que insiste en la importancia del sincretismo en la conformación de la identidad del mexicano, las líneas de trabajo y las posturas políticas en el campo del arte a lo largo del siglo XX.
Del neomexicanismo de los años ochenta, caracterizado por su aguda crítica acerca de temáticas identitarias, hasta las tendencias de fines del siglo XX, los artistas dieron fruto a piezas que complejizan los debates sobre la Conquista y el “ser mexicano”, vinculando los relatos históricos con el panorama de gran desigualdad, colonialismo y racismos persistentes. El arte actual pone de manifiesto la vigencia de estos debates, replanteando la importancia de la diversidad cultural y resignificando la pluralidad de relatos e identidades que nos conforman.
Con motivo de los 500 años de la caída de Tenochtitlan y la derrota del imperio mexica, el Colegio de San Ildefonso recorre las múltiples lecturas que se han hecho de este acontecimiento a través de murales y pinturas a lo largo del tiempo.
———–