Un castigo que dura toda la eternidad parece duro e injusto para los sentidos del hombre debido a que, por la flaqueza de nuestros sentidos moribundos, hay una carencia de aquello que corresponde a la sabiduría más pura y excelsa, gracias a la cual se podría percibir qué tan grande fue el ultraje cometido con esa primera prevaricación.
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Sobre hombros de gigantes como los de Galileo se erigieron las columnas de la nueva ciencia que vendría a reemplazar la vetusta filosofía natural derivada —con algunas adecuaciones realizadas a lo largo del Medievo— de la física aristotélica.
Sorprende en nuestros días saber que ese mismo Galileo, patrono de hurgar en la naturaleza cuando de entenderla se tratara, impulsor de una faceta más cercana de lo que hoy en díasignifica experimentar, se ocupara de dirimir una polémica surgida en torno de las opiniones de dos personajes —Antonio di Tuccio Manetti y Alessandro Vellutello— acerca de las dimensiones y figura del Infierno. Ambos tomaban como referente las descripciones de esta región que aparecían en la Comedia de Dante, y Galileo, por entonces un joven académico, versado por igual en literatura, música, pintura y matemáticas, representaba una excelente opción para dilucidar la forma, lugar y medidas de ese espacio de círculos jerarquizados que parecía gozar de una realidad tan concreta como los territorios donde transcurría la cotidianeidad de la vida.
¿Cabía dudar de la existencia de este espacio luciferino, tantas veces referido en textos, imágenes y sermones? Ciertamente no, y tan concreta era su presencia en la mentalidad cristiana que constituía un elemento destacado en los llamados a recuperar la senda de la fe y abandonar el pecado, si no por otra cosa, por el temor a ser remitido durante lo que quedaba de la eternidad a las moradas infernales.
El texto del cardenal Bellarmino —El infierno y sus tormentos—, que aquí se incluye, junto con la introducción que le precede, se conjugan para recuperar la visión de una época en la que solo una especie de sfumato parecía separar lo real de lo imaginario, lo que se sabe de lo que se cree o se teme.
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La primera edición de El Infierno y sus tormentos de Malpaís Ediciones fue impresa por Roberto Domínguez en los talleres de Contreras Impresores. Isabel la Católica 215, colonia Obrera, ciudad de México, 06800, en el mes de noviembre de 2014. El tiro fue de 500 ejemplares.
La edición estuvo a cargo de Gabriela Astorga, Iván Cruz Osorio, Benjamín Morales, Santiago Robles y Santiago Solís.
El diseño editorial es de Santiago Robles y Santiago Solís.
Las ilustraciones son de Santiago Robles.
Asesoría de diseño, Alejandra Guerrero.
La caligrafía de los cabezales, las capitulares y los folios son de Armando Pineda | Typoster
Para la formación se utlizaron las fuentes Adobe Bodoni de Giambattista Bodoni, Dante MT de Giovanni Mardersteig y Menlo de Jim Lyles.
ISBN: 978-607-96644-0-4
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