Febrero a junio, 2015
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Introducción
La plaza de la Alhóndiga, que linda con la esquina donde cruzan las calles de Corregidora, Roldán y Soledad en el Centro Histórico de la Ciudad de México, alberga la huella física de un canal de agua que transitó por ese lugar desde la época prehispánica 1 hasta 1939, año en el que la administración de la ciudad lo desecó por completo.
Este canal, también llamado acequia, comunicaba al Centro Histórico de la ciudad con la zona de Xochimilco, lugar que constituyó el vivero principal de la ciudad hasta la primera mitad del siglo XX. La zona de chinampas era la hortaliza que abastecía a la gran ciudad. Durante el periodo colonial, el canal prehispánico fue bautizado como Acequia Real y hasta su desaparición continuó transportando personas y productos comerciales. Tres grandes mercados se abastecieron de esta acequia a lo largo de los siglos: el de México-Tenochtitlán, el del Volador (desde finales del s. XVIII hasta 1860) y el de La Merced (de 1861 a 1957) 2. Teniendo esto en cuenta, se puede apreciar de forma general la importancia social, cultural, política y económica que tuvo este cuerpo de agua en distintos periodos históricos.
Antonio García Cubas escribió en El libro de mis recuerdos (1904):
Entre las nueve y las diez de la mañana, hora en que sale el sol […] empezaba a bañar con sus ardorosos rayos la famosa y sucia calle de Roldán, las familias abandonaban el canal […] bien abastecidas de flores y no pocas, además de hortaliza y legumbres.
A principios de la década de 1980, en la calle de Corregidora, el Departamento del Distrito Federal reconstruyó un tramo de varias decenas de metros del antiguo canal, el cual se llenó de agua nuevamente. También se reconstruyó el puente de la Alhóndiga en la plaza, aunque al parecer esto se realizó sin que mediara un análisis histórico del mismo, dado que la forma y los materiales utilizados son distintos de los originales 3 (comparar las siguientes fotografías con la anterior del mismo lugar en blanco y negro). El puente se volvió de medio arco y cantera y quedó como un vestigio del agua.
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Antecedentes
Actualmente, la Plaza de la Alhóndiga es un sitio donde se comercializan, legal e ilegalmente, diversos productos y servicios: bolsas de mano, ropa para bebé, comida, tepache, masajes, plantillas ortopédicas, películas, mochilas, medias, pijamas, medicamentos milagrosos y demás. Pero sobre todo, es un sitio en donde sus usarios comen, descansan, contemplan y pasean. Del mismo modo, en este entorno un grupo diverso de trabajadoras sexuales ofrecen sus servicios, sin embargo esta actividad no resulta evidente ya que ellas no muestran su cuerpo ni se visten de un modo diferente al del resto de los usuarios de la plaza. También algunas personas en situación de calle utilizan la plaza como espacio de recreación, para consumir narcóticos y para pernoctar.
El encuentro inicial con las trabajadoras sexuales de la plaza fue accidental. Mi idea original consistía en realizar una serie de instalaciones efímeras en este espacio público que ayudaran a mostrar en el presente la importancia que el canal de agua había tenido tiempo atrás. Sin embargo, en cuanto comencé a trabajar ahí, varias personas se acercaron y de manera voluntaria comenzaron a ayudarme en mi tarea. Así funcionan las cosas en esta parte de la ciudad.
Johnny Walker, señor que habita la calle y quien posteriormente se convertiría en parte importante del proyecto, me comentó el día que nos conocimos: “Tú estás haciendo un performance aquí y algo tienes que querer decir con todo esto, ¿sí o no?.” Y así fue. Tras algunas sesiones de trabajo entendí que el enfoque del proyecto debía cambiar y que debía abandonar la idea de instalar cosas en el entorno urbano, que la importancia de este espacio radicaba en las personas que le daban vida todos los días.
Como antecedente a la parte esencial del proyecto, y con el objetivo de acrecentar los vínculos de confianza que se habían comenzado a crear con los usuarios de la plaza, inauguramos Miss Baby Baby y yo, un puesto de trueque junto al puente de la Alhóndiga. Trajimos nopales y jitomates del mercado de La Merced y los ofrecimos a cambio de cualquier objeto que las trabajadoras sexuales, los jóvenes en situación de calle o cualquier usuario de la plaza nos quisieran intercambiar. De un lado del puesto se encontraban los productos que entregaríamos y del otro los que recibíamos. Ellas nos ofrecieron principalmente condones, lápices labiales, peines y pasadores. Ellos nos dieron cartones, plumas, alcohol y hasta unas llantas. Intercambiamos todas nuestras verduras por objetos que las personas traían consigo.
Es común que en la Plaza de la Alhóndiga se instalen comerciantes ambulantes conocidos como toreros –cuyo nombre hace alusión a la manta (capa) que colocan en el piso de la vía pública y sobre la cual colocan los productos que venden–. Ellos cuentan con una persona que vigila y les da la señal cuando se aproxima la policía, y de inmediato levantan sus lonas con todo y productos y corren hacia el interior de algún edificio aledaño, evitando así ser detenidos.
El día que Miss Baby Baby y yo instalamos el puesto de trueque se encontraba un grupo de toreros en la zona, y en el momento en que se presentó la policía todos corrieron excepto nosotros, bajo la premisa de que no estábamos vendiendo nada. La policía nos abordó de forma violenta, no quiso escuchar nuestros argumentos y decidieron que me llevarían arrestado y nos decomisarían los productos. Las trabajadoras sexuales intercedieron por mí de una forma muy solidaria y aguerrida, impidiendo que me llevaran. Tras mucho tiempo de discusión y jaloneos logramos conservar nuestros productos con la condición de no volver a poner el puesto. En este momento comprendí que las chicas me habían aceptado en su entorno y que era un momento propicio para proponerles colaborar.
Días más tarde regresé al puente de la Alhóndiga con un mantel de día de campo y cuatro kilos de tortillas. Coloqué el mantel en el suelo, me senté y esperé. Al poco tiempo se acercó María y me dijo: “Ya me dijeron que eres artista y yo soy la maja alcohólica. Retrátame”.
Al poco tiempo se reunió un grupo nutrido de chicas y entre todas fueron aportando distintos alimentos adquiridos en los locales aledaños bajo el argumento de que las tortillas por sí solas no servían de mucho.
Nuestro pícnic se había organizado de forma improvisada. Comimos y platicamos durante un largo rato. Las chicas compartieron algunas historias personales que fueron testimonio de la fuerza que tienen y de su convicción por salir adelante a pesar de las adversidades. Les propuse que podía volver con invitados, una vez por semana, y que podríamos organizar esta actividad en repetidas ocasiones. Estuvieron de acuerdo y establecimos que cocinaríamos y comeríamos en ese mismo espacio, de preferencia los domingos porque es su día de descanso. Las seis comidas compartidas habían comenzado.
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Seis comidas compartidas
Objetivos:
¿Qué? Preparación colectiva y consumo de seis comidas en un espacio público.
¿Dónde? Plaza de la Alhóndiga del Centro Histórico de la Ciudad de México.
¿Quiénes? Trabajadoras sexuales, jóvenes en situación de calle, usuarios en general de la plaza e invitados.
¿Cuándo? Seis domingos, buscando que sean consecutivos, a partir del 3 de abril del 2015.
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Primera comida. Caldo de nopal
Viernes 3 de abril. Colaboradoras: Nidia Rojas, Erika, Martha, Chapito Guzmán, Genaro, Lupe, Maribel, Ángeles, Arturo, La mamá y usuarios de la plaza.
Decidimos que esta primera sesión tuviera una relación con la historia del lugar, a partir de los productos de hortaliza que antiguamente se traían desde Xochimilco: nopal, jitomate, chile y jamaica.
Menú: Caldo de nopal con jitomate y agua de jamaica.
Es viernes santo. Nidia y yo llegamos a la plaza, la cual está prácticamente vacía. Bajamos las cosas del auto y le pido a Nidia que me espere mientras encuentro un estacionamiento. De camino al estacionamiento veo a Martha caminando en la calle y le explico dónde está Nidia con los utensilios, se va a buscarla. Estaciono el auto y regreso a la plaza para darme cuenta que todas las chicas ya llevaron las cosas al área del puente. Comenzamos a preparar la comida. Nos presentan a Erika y a Genaro.
A mi llegada y mientras caminaba por la plaza vi a algunos policías revisando a jóvenes que consumían narcóticos acostados junto a sus pertenencias: cajas de cartón, ropa, plástico y demás. Uno de los jóvenes se acerca cuando comenzamos a cocinar y resulta ser amigo de las muchachas, se presenta conmigo: “Yo soy el Chapito Guzmán para servir a La Santa Muerte y el que se me cruce en mi camino, lo quiebro”. Al principio me asusta, después me doy cuenta que es una persona apreciada por la comunidad y que tiene un buen sentido del humor. Me cuenta que vive en la calle desde niño y que se tuvo que criar solito. Inhala solventes industriales y toma todo el tiempo destilado de caña Huasteco imperial.
Genaro resulta ser una excelente integrante del equipo, es muy respetuoso, muy dispuesto a colaborar. Me cuenta que fue vagabundo, que antes dormía debajo del puente pero que ahora lleva dos meses sobrio y vive con su hija. Él barre voluntariamente la zona donde comeremos mientras Erika, Lupe y Maribel pican las verduras. Martha y Chapito intentan prender el anafre mientras que La mamá patea un huacal con mucha fuerza para intentar conseguir madera para avivar las llamas. Martha va a avisarle a las demás chicas para que se sumen a la comida. En poco tiempo el agua de jamaica está lista.
Erika nos cuenta que ella no es trabajadora sexual sino que acompaña y protege a las demás chicas cuando tienen a un cliente. Las espera afuera de lo hoteles o de los cuartos rentados mientras realizan su labor y así gana algo de dinero como vigilante y auxiliadora. Genaro nos cuenta que es carpintero pero que debido a su alcoholismo lo perdió todo, su esposa lo dejó y se dedicó a vivir en la calle: “Cuando tomo mucho, vomito y vomito sin parar, me pongo muy mal, me dan ataques.”
Maribel se disculpa y va a ver si “levanta clientela”. Regresa y se vuelva a ir varias veces a lo largo de la sesión. Poco a poco la olla comienza a llenarse con los ingredientes. Continuamos platicando en lo que se cocinan. Chapito y Erika van a comprar tortillas. Todos me agradecen mucho por esta comida pero les respondo que yo en realidad estoy haciendo lo mismo que todas y todos, que la organización colectiva es la base de todo lo que hacemos. Nidia dirige las acciones de forma natural y toma algunas fotografías.
La comida está lista, nos sentamos en círculo sobre el mantel que colocamos en el piso. Más gente se suma. La mamá regresa con algunas cosas más para compartir y comenzamos a comer. Maribel sirve la sopa. La conversación resulta muy amena: Chapito hace bromas, La mamá nos platica de una familia judía que vive en la zona y para la que trabajó durante varios años. Surgen propuestas de menú para la siguiente sesión. Decidimos finalmente que cocinaremos sopa de tortilla. Me explican cómo se prepara y nos quedamos de ver el próximo domingo para comprar los ingredientes. Se integra al círculo un señor de edad avanzada, también otro de nombre Arturo que agradece mucho a Dios por la comida y que nos cuenta muchas historias. El señor mayor come recostado en el piso junto a un charco y Chapito le pregunta que si cree que está en la playa.
Tiempo después, llega La mamá con paletas dulces de postre y nos las regala. Comenzamos a levantar todo. Genaro entierra el carbón en una jardinera. Confirmamos nuestra próxima cita y voy por el auto. Regreso y entre todos subimos las cosas. Chapito aprovecha para subirse también: “Vámonos para el Estado de México”, me dice. Tomo una fotografía final en la que se aprecia a La mamá mandándonos un beso: “Nosotros seremos amigos por siempre”, se despide diciendo.
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Segunda comida. Sopa de tortilla
Domingo 12 de abril. Colaboradoras: Maribel, Erika, Reyna, pareja de Reyna, Elena, Lupe, Ángeles, Chapito Guzmán, Miss Baby Baby, Diego Gallardo y usuarios de la plaza.
Menú (propuesto por Erika): sopa de tortilla con aguacate, queso rallado y crema; agua de sabor y refresco.
Llegamos a la plaza a la hora acordada y no hay nadie. Miss Baby y Diego prenden el anafre en lo que voy a buscar a las chicas a los alrededores. Cuando regreso está el señor del puesto de la barbacoa ayudando a prender el anafre: “Vi que estos jóvenes no sabían hacerlo y vine a ayudarlos”. Comenzamos a prepara la comida nosotros tres en lo que aparecían las demás.
Un rato después llega Maribel, tranquila, platica con nosotros y comienza a ayudar a organizar todo. Otra chica llega y comienza a platicar conmigo, a Maribel no le gusta que me hable y la corre discretamente. Antes de irse, la otra chica me muestra que cerca de donde estamos hay una conexión eléctrica y clandestina pegada a una pared de un comercio la cual proviene del cableado público. Llegan Erika y Reyna, manos a la obra.
Cocinamos y platicamos hasta que un joven sumamente drogado se acerca con nosotros. Su presencia resulta incómoda porque se le queda viendo fijamente a Reyna durante un rato largo y después, súbitamente, la intenta besar en la boca. Ella lo empuja, lo corre y le dice que ya hablarán cuando se deje de portar mal. “¡Cuando me deje de portar mal, ya verás!“, le contesta él y se va. Reyna comienza a llorar y nos cuenta que él fue su marido pero que ahora está viviendo en la calle. Llora, nos dice, por lo mal que se siente de verlo en esas condiciones. Nos relata también las experiencias que tuvo con él durante siete años. Continuamos cocinando y las demás van por un refresco para que se sintiera mejor.
Desde que Reyna, quien es muy buena cocinera, se integró a las sesiones, se concentra en regañar a Miss Baby Baby. Le dice cosas como: “La güera no sabe menearle a la olla, nomás se la pasa chateando con su novio por el celular”, o “No, güera, así no se hace” y demás. Yo intervengo para conciliar. Continuamos cocinando y llegan Lupe, Elena y Ángeles. Reyna y yo le echamos todas las tortillas a la olla y resulta una mala decisión porque son muchas y absorben todo el caldo. El platillo luce más como chilaquiles ahogados que como a sopa de tortilla.
Durante la preparación de los alimentos, todos realizamos una labor, hay un buen ambiente. Platicamos sobre la comida, servimos varios platos agregando aguacate y así mejora la presentación y el sabor. En esta ocasión utilizamos la barda de piedra como barra para la preparación y el consumo. Mucha gente se acerca a ver qué hacemos y les ofrecemos un plato. Me pone muy inquieto la basura que generamos, me la paso levantándola todo el tiempo y pidiendo que no la arrojen al suelo. Aparece Chapito, no quiere comer: “A mí sólo ofrézcanme cuando cocinen piedra [crack]”, nos reímos. Aunque él no come, ayuda con las tareas comunes.
Platicamos, comemos, limpiamos. Reyna sugiere cocinar huevo en salsa para la siguiente ocasión, a todos nos parece muy buena idea. Nuestro modo de organización mejora cada vez más, las tareas se reparten de forma más dinámica, se siente cómo la confianza aumenta. Lupe nos muestra la cicatriz que le dejó en su brazo un navajazo que le hizo otra trabajadora sexual de la zona en una pelea. La discusión se vuelve tensa a momentos. La misma Lupe me reclama que después de esta comida ya no vamos a regresar a visitarlos. Le contesto que serán seis comidas en total las que organicemos pero que la experiencia y lo compartido se quedará con nosotros siempre. Les pido también que me acompañen el día de la presentación de nuestras comidas en el museo pero no recibo una respuesta clara todavía.
El registro fotográfico lo realiza Miss Baby Baby. Pienso que tengo que buscar a Álvaro Caudillo para que realice un video pues la fotografía está dejando de ser suficiente para captar los intercambios que suceden aquí. Sería buena idea que las chicas mismas registren las actividades, se los propondré más adelante.
Los platos biodegradables que compramos son un éxito. Con el calor de la comida se suavizan un poco pero resultan resistentes. Estoy nervioso porque se acerca peligrosamente la hora de mi presentación en el Museo Universitario del Chopo, razón por la cual ya no fuimos hasta el mercado de La Merced a comprar el queso, lo conseguimos en uno de los comercios cercanos. El joven que fue pareja de Reyna regresa y ella le ofrece de comer. Comemos entre todas y todos. Nos despedimos y quedamos de vernos el siguiente domingo.
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Tercer comida. Huevo en salsa
Domingo 19 de abril. Colaboradoras: Erika, Reyna, El gato, Chapito Guzmán, Johnny Walker, Miss Baby Baby, María, Genaro, Ana Julia Mizher y Álvaro Caudillo.
Menú (propuesto por Reyna): Huevo en salsa, la cual originalmente iba a ser verde pero terminó siendo de chile pasilla.
Miss Baby Baby, Álvaro y yo llegamos a la plaza y descargamos las cosas del auto. Voy a estacionarme y cuando regreso ya están junto al puente encendiendo el anafre. Miss Baby me cuenta que nuevamente vino el señor de la barbacoa y le dijo: “Espero que ahora sí ya sepas prenderlo”, y así fue. De nueva cuenta no está ninguna de las chicas cuando llegamos. Al poco tiempo aparece Ana Julia, nuestra invitada a esta sesión, le entusiasmó mucho el proyecto y quiere colaborar con nosotros. Llega también Johnny Walker y me da gusto pues no lo había vuelto a ver desde el día que lo conocimos. Tiempo después llegan Chapito, Erika y Reyna. Manos a la obra.
Voy a comprar verdura y huevos con Ana Julia. Cuando regresamos están muy avanzados en la preparación de la comida. Reyna continúa aleccionando a Miss Baby Baby como en la sesión anterior. Erika, Chapito y Johnny, licúan la salsa con la conexión de la calle. Chapito se muestra muy cariñoso con Erika, es como su mamá adoptiva. Reyna nos explica cómo se le quitan las semillas y las venas a los chiles para que no piquen. Erika cuela la salsa, Álvaro graba en video la sesión con el permiso de todas, y yo comienzo a colocar los ingredientes en el fuego.
Llega María y se presenta. Nos cuenta que ella normalmente trabaja limpiando cuartos de hoteles, pero como ahora no tiene trabajo, tiene que venir a buscarlo aquí a la Plaza de la Alhóndiga. Ella agradece mucho a Dios por la oportunidad de preparar con nosotros la comida. Le decimos que los agradecidos somos nosotros y le pedimos que comience instalando los utensilios para comer en el piso: mantel, platos, cubiertos y demás.
Las chicas casi no dejan que Ana Julia colabore con la preparación de la comida, aunque ella de todos modos se las ingenia para hacerlo. Primero no entiendo a qué se debe esta situación pero tiempo después me doy cuenta que es porque piensan que ella es mi pareja y como cortesía u atención, no quieren que trabaje. Todos los ingredientes se encuentran en la olla y los tapamos para que se cocinen bien. Johnny Walker me explica cómo es que los ciudadanos no sabemos cuidar el espacio público y cómo es que entre todos tenemos deteriorada la Plaza de la Alhóndiga: “Aquí donde estaba el canal de agua ahora hay tres fuentes apagadas. ¿Por qué éstas no sirven y las del Monumento a la Revolución sí? Pues porque aquí no hay turismo, no dejamos que nos corran”. Gran reflexión, tiene razón, no me había fijado pero hay fuentes en el piso dentro de la estructura arquitectónica del canal. Hace calor pero el clima es tolerable. Se respira un buen ambiente en la preparación de la comida aunque ocasionalmente llegan personas que tienen un aspecto agresivo.
Nos sentamos para comer y al voltear a mi derecha veo a un señor sentado junto a nosotros que está en muy malas condiciones: sucio, despeinado, con los ojos rojos y desprendiendo un mal olor. Me dice que se llama Genaro y da sus apellidos. No me cae el veinte, lo saludo y le ofrezco de comer. No acepta. Todos insisten en que coma pero él no quiere. Pasa el tiempo, comemos y de pronto me doy cuenta que él es quien colaboró en la preparación de la sopa de nopal en nuestra primera sesión. No lo identifiqué, está irreconocible. Recuerdo que en aquella ocasión nos dijo que cuando tomaba alcohol vomitaba mucho. Quizás por eso no acepta la comida, le cae muy mal. Intento platicar con él.
María nos dice que no le gusta el trabajo sexual, que en cuanto encuentre otra cosa mejor no la veremos más por aquí. Quizás es lo que muchas de las chicas piensan y desean. Erika propone cocinar enfrijoladas el próximo fin de semana. A algunos no les gusta la idea porque los frijoles tardan mucho en cocerse: “Pues compramos de los que ya están casi hechos”, contesta Erika. Se aprueba entonces la propuesta. De pronto, se acerca con nosotros El gato, un señor de la zona que siempre está malhumorado y que casi nunca nos habla. Me quiere decir algo pero las chicas lo impiden, a lo que él les responde: “Yo sólo hablo con la cabeza, ¿sí?” menospreciándolas, “Pues ni modo que con los pies”, le contesta María y todos nos reímos. El gato me pide disculpas por interrumpir la comida y me pide dinero. Le contesto que dinero no tenemos pero que le ofrecemos comida. No la acepta, se enoja. Finalmente lo convencen las chicas, le sirven un plato con huevo y tortilla pero eventualmente lo deja tirado y se va.
Álvaro deja de grabar y se sienta a comer. Tiempo después me cuenta que antes de hablar conmigo, El gato se le había acercado y le había dicho: “Si no fuera porque estás con los demás ya te hubiera quitado tu cámara… te salvaste.” Regresa Chapito con un amigo, están muy contentos porque van a ir a fumar piedra, caminan chiflando y cantando. En las siguientes semanas conoceríamos mejor al amigo del Chapito, se llama Mauricio. Él identifica de inmediato el tatuaje que tiene en el brazo Miss Baby Baby: es una ilustración del conejo de Alicia en el País de las Maravillas.
Me despido y voy por el auto al estacionamiento. Cuando regreso ya todo está guardado. Subimos las cosas al coche y Erika me dice que no va a poder venir el siguiente domingo porque se va a ir con uno de sus novios a Veracruz, pero que Reyna sí vendrá y propone que nos encontremos con ella en el puente a medio día para ir a comprar los ingredientes a La Merced. Más tarde me cuenta Ana Julia que cuando fui por el auto y mientras las chicas le estaban recomendado a ella que aún no nos casáramos, porque estamos muy jóvenes, que nos esperáramos. A Genaro le dio uno de los ataques que nos había platicado y las demás lo ayudaron. Esta noticia me provocó muchísima tristeza pero cuando regresé a la zona del puente para preguntarle si necesitaba algo ya se había ido.
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Cuarta comida. Enfrijoladas
Domingo 26 de abril. Colaboradores: Mauricio, Erika, Chapito Guzmán, Ángeles, Álvaro Caudillo, Reyna, pareja de Reyna, Christian Barragán, Martha Delgado y distintos usuarios de la plaza.
Menú (propuesto por Erika): Enfrijoladas con jamón, queso y agua de sabor.
Paso por Álvaro a las 13:30 horas y por Martha y Christian a las 14:00, vamos tarde. Hay mucho tráfico, sobre todo en la zona del Centro Histórico, pero finalmente llegamos a toda prisa a la Plaza de la Alhóndiga. Martha y Christian se van a dar una vuelta para conocer la zona y Álvaro y yo instalamos las cosas. Erika llega acompañada de Mauricio, el amigo de Chapito con el que se había ido a fumar piedra la sesión anterior. Me cuenta que es su ligue de la noche anterior. Mauricio es un joven que duerme en la calle, inhala solventes e intenta ser amistoso . Álvaro y Mauricio encienden el anafre y Erika y yo vamos a conseguir los ingredientes. Erika me cuenta de su nuevo romance, está muy contenta.
Cuando regresamos está listo el fuego pero queda muy poco carbón. Martha y Christian van a buscar más. A esta sesión prácticamente no llegarían chicas, sin embargo, se juntaron tres caballeros chefs a preparar la comida: Chapito Guzmán, el ex marido de Reyna y Mauricio. La situación en general se torna muy particular pues los tres están muy drogados y su relación al momento de preparar la comida es un perpetuo vaivén entre conflicto y complicidad. De pronto parece que se van a golpear, de pronto se llevan muy bien. Mientras cocinan, el ron Huasteco imperial circula constantemente de mano en mano, de boca en boca. Mauricio es buen cocinero, con todo y que pierde la concentración constantemente. Él se vuelve el coordinador de la cocina en ausencia de Reyna. Las tareas se dividen principalmente entre Erika, Mauricio y yo. Los demás de pronto expresan su opinión sobre cómo consideran que se deben de hacer las cosas y Álvaro toma fotografías.
Desde que Álvaro se integró al equipo me liberé de la tarea de fotografiar las acciones y me concentro más en la convivencia con los demás, sin embargo, no dejo de pensar que ellas mismas deberían registrar las sesiones. Habrá que ver primero qué opinan ellas. Lo propondré la siguiente sesión.
Mauricio licúa los frijoles con la leche en nuestra conexión clandestina de siempre. La gente de los alrededores comúnmente se suma a las acciones cuando ven que un grupo de personas están trabajando para un fin en común. Un señor con una voz particular, quien posteriormente se volvería un participante satelital de las comidas, se acerca con nosotros y comienza a ayudarnos. Inclusive nos regala algo de su propia comida para completar. Martha y Christian no consiguen carbón entonces nos apuramos entre todos para terminar de cocinar con el poco que queda. El ambiente se torna de pronto muy agradable. Todas y todos colaboramos.
Comienzo a calentar jamón en un sartén y se genera una cadena de producción improvisada: Erika coloca a las tortillas en posición, yo les pongo el jamón adentro, Mauricio las baña con la salsa de frijol y el señor de la voz peculiar les agrega crema y queso. Comenzamos a repartir los platos. Aparece Ángeles en el momento oportuno para probar unas enfrijoladas recién hechas.
Por primera vez en lo que va de las comidas, Chapito y los demás me ofrecen de su bebida y al grito de “fondo, fondo” me invitan a tomar un vaso. Acepto pues para mí este gesto es de integración. También me ofrecen solventes pero me disculpo y no consumo. Ésta escena de servirme alcohol se repetiría en varias ocasiones más hasta el final de la comida. Me pongo borracho pero por suerte vengo con amigos que pueden manejar.
Chapito le avisa a la ex pareja de Reyna que la noche anterior había venido un joven a buscarlo pero no lo encontró. Por lo que entiendo este joven acaba de salir del reclusorio y quiere saldar cuentas pendientes con él, a lo que la ex pareja de Reyna contesta: “Es de arre, es de arre”, y lo repite muchas veces más. Erika nos explica que la frase “es de arre” quiere decir que será un enfrentamiento “a morir”. Espero que nunca coincidan.
De pronto vemos a Reyna caminando a lo lejos, se aproxima hacia nosotros. Cuando llega a donde estamos notamos claramente su alto grado de alcoholismo. Comienza a llorar y nos cuenta que está muy triste. Tuvo que trabajar la noche anterior y lo expresa de una forma cruda y dolida. Nos cuenta también que no puede ver a su familia. Su ex pareja la interrumpe constantemente mientras ella intenta explicarme lo sucedido, entonces discuten porque a ella le molesta que le estén cortando la conversación.
Comemos. Martha y Christian se sientan en la barda opuesta a donde estamos para tener una visión general de las acciones. Me siento junto a ellos y al poco tiempo todos los demás vienen. Comemos y platicamos en conjunto. Me sirven más Huasteco, Chapito toma mi suéter azul y se lo pone. Posa con el suéter, la estopa, el solvente y la botella de alcohol y pide ser fotografiado: “Retrátame y me subes al Face“, todos nos reímos con él. Mauricio y la ex pareja de Reyna me abrazan y piden que nos fotografíen también. Nos abrazamos, platicamos y posamos para la cámara. Cuando nos despedimos, nos piden que después les traigamos impresas las fotografías para conservarlas de recuerdo. Así lo haremos.
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Quinta comida. Albóndigas
Domingo 3 de mayo. Colaboradoras: María, Erika, Elena, Meli, Lupe, su hermana y su sobrina, Chapito Guzmán, Mauricio, Álvaro Caudillo y distintas personas de la zona.
Menú: Albóndigas en salsa de jitomate y bebidas.
Álvaro y yo llegamos a la plaza a las 14 horas, hace mucho calor. Grabamos audio por los alrededores: las vendedoras, las tiendas, la gente gritando en la calle, el sonido de las banquetas. Por lo general los domingos se colocan muchos puestos ambulantes sobre la calle de Corregidora (entre Circunvalación y Alhóndiga, en la banqueta del lado sur), entonces se convierte en un lugar propicio para registrar características representativas de la zona.
En esta ocasión Chapito está muy drogado y violento. Nos desconoció cuando llegamos, nos tardamos en que nos reconociera. Tiempo después se acerca a la zona del puente, se pelea a gritos con la gente de los alrededores y luego se esconde en una jardinera junto a nosotros e intenta fumar. Su encendedor no funciona y se molesta: ¡Chingas a tu madre, Dios!, grita señalando al cielo. Cuando por fin consigue fumar, le da un ligero ataque físico, comienza a temblar sin control. Antes de que llegáramos a ayudarlo se recupera, nos quita, se cambia de lugar e intenta dormir. Unos minutos después desaparece y no vuelve a la zona del puente en el tiempo que estuvimos ahí.
Reyna llega con una amiga, Meli, la cuál presumió mucho sus habilidades en la cocina pero no quiso colaborar en la sesión. María llega y comienza a ayudar, las demás no la aceptan ni la tratan muy bien, no entiendo por qué. Yo intento integrarlas a todas pero tampoco presiono. Le ayudo a María a lavarse las manos y ella moldea las bolas de carne, Reyna elabora la salsa. Se tardan mucho tiempo en cocerse las albóndigas pero finalmente están listas. Erika y Meli no quieren comer, sigo sin entender por qué. La siguiente sesión me entero: no les gustó que María hiciera las bolas de carne con sus manos, piensan que están sucias porque no vieron cuándo se las lavó. Álvaro señalaría posteriormente también: “Yo me dije a mí mismo antes de probar bocado, bendito fuego que todo lo purifica.”
El platillo tiene buen sabor, todos los demás comen. Se extrañaron unos huevos cocidos al centro de las albóndigas. Erika nos cuenta que ya vive con Mauricio, está sumamente contenta, tiene una gran sonrisa pero en momentos esa sonrisa desaparece pues Mauricio consume muchos solventes al mismo tiempo que prepara la comida. Erika le pide que ya deje de inhalar, pero no consigue que le haga mucho caso. Meli nos compra refrescos y nos propone que hagamos mole de olla la siguiente sesión. Le pido la receta y me la explica, pero mi memoria es mala y la olvido a los pocos días.
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Sexta comida. Mole de olla
Domingo 17 de mayo. Colaboradoras: Papá de Lupe; Lupe, su hermana y su sobrina; otra Lupe, Mauricio, Reyna, Johnny Walker, Chapito Guzmán, señor con muñeca de plástico, Chaparro, María, Ángeles, Erika, señor zapatero, Miss Baby Baby, Álvaro Caudillo, El gato, Marilia Castillejos y usuarios de la plaza.
Menú (propuesto por Meli): Mole de olla y agua de sabor.
Cuando llegamos, Erika y Reyna ya nos están esperando. Vamos a comprar los ingredientes para hacer el mole de olla. Reyna es muy buena para elegir los productos y para moverse entre los comercios. Habla muy directa y clara con los vendedores de la zona.
Cuando regresamos a la zona del puente, el señor bolero está ayudándoles a Miss Baby y a Marilia a prender el anafre. Comenzamos a cocinar. Tiempo después llega Lupe con su papá. El papá las regaña continuamente porque no se está cocinando como él considera que se debería hacer. Mauricio y Lupe van a la toma eléctrica clandestina a licuar la salsa. Hablo con Érika y le entrego la cámara fotográfica, le propongo que ella realice el registro de la sesión con ayuda de las demás y con gusto acepta. Comienzan a disparar. Días después en mi estudio, revisando las fotografías, me daría cuenta que las tomas son muy interesantes. Mauricio me hace burla todo el tiempo con que se va a llevar la cámara a la casa de empeño. Erika desaparece con la cámara, se va a fotografiar los alrededores, pasa mucho tiempo sin que sepamos de ella.
Johnnie Walker me ofrece un trago y acepto. Me voy a sentar junto a un señor que tiene una muñeca de plástico guardada debajo de su playera y a ratos la saca y la arrulla. Comenzamos a platicar. Me cuenta que tuvo una hija que falleció en un accidente automovilístico en el cuál él venía manejando. Interrumpe su relato varias veces para cantar a todo pulmón: “Tomate esta botella de vino [sic] y en el último trago nos vamos.” En la conversación participa también El Chaparro quien me cuenta que lo corrieron de su casa por su alcoholismo: “Yo antes me vestía así como tú ca’, pero ahora no tengo a dónde ir.” nos confiesa y comienza a llorar. Le ofrezco buscar a sus familiares a través de Facebook y lo hacemos pero no los encontramos. Sus instrucciones son muy confusas.
Queda listo el mole, comenzamos a comer. De pronto sucede algo lamentable, El Chapito comienza a discutir con el señor de la muñeca y comienzan a golpearse. El señor se quita la playera y asume una posición como de boxeador. Se besa el anillo de su mano: “Contra lo que tope, me vale verga”. La gente de alrededor se reúne a observar, de pronto todo se concentra en la pelea aunque es lenta y extraña, ya que los dos están muy alcoholizados. Chapito logra conectar una buena patada y el señor se cae. Ya en el piso lo ataca con un golpe doble: puño y codo en un mismo movimiento. Lo conecta en la cara, mientras el otro intenta protegerse. El señor comienza a sangrar de la nariz, intercambian golpes y la pelea se enciende muchísimo, hay distintos intercambios pero la gente interviene finalmente y los separa. Lupe les pide que ya se dejen de pelear porque su sobrina, que es una niña, se espanta. El señor se rinde y le dice al Chapito que ahí muere. Se regresa a sentar con la cara llena de sangre al lugar donde se encontraba originalmente. Se nos quita un poco el hambre. Los ayudamos a recuperarse.
Erika regresa y nos muestra las fotos que tomó, le quedaron muy bien. También le toma fotos al señor ensangrentado. Terminamos de comer y nos despedimos, pero no de manera definitiva. Quedamos de hacer una última comida con postres para convivir y dar por concluidas las sesiones. Cada quién traería algo para compartir el siguiente domingo.
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Nopales con queso y postres
Domingo 24 de mayo. Colaboradoras: Lupe, Chapito Guzmán, amigo de Chapito, María, señora María, Ricarda, señor zapatero, Johnny Walker, Miss Baby Baby, Marilia Castillejos, Álvaro Caudillo, niños de la zona.
Menú (propuesto por todos): Nopales con queso, distintos postres y agua de jamaica.
El miércoles 20 de de mayo a las 21:29 h recibo un mensaje de texto a través del teléfono celular de parte de Erika, en el cual leo:
HOLA AMIGO DESEO ESTES BIEN CUIDATE I DISCULPA POR LA HORA MESIENTO MUI TRISTE QUE DESCANSES
Mi respuesta es:
¿Qué pasó? ¿Te puedo ayudar? Te mando un abrazo, espero que estés muy bien.
Mi mensaje nunca tendría respuesta. Posteriormente mandé otros y llame pero nunca logré establecer contacto. Debí haberlo entendido, su mensaje era una despedida. Ni Erika, Reyna, Mauricio ni a la ex pareja de Reyna asistieron a la última comida. No los volveríamos a ver más. Erika cambió de teléfono al parecer y cuando he preguntado por ellos en la Plaza de la Alhóndiga las otras chicas me informan que no se les ha visto más.
El domingo 24 de mayo llegamos a la zona del puente a las 14 horas y no había nadie pues llovía fuertemente. Nos resguardamos en el Autoservicio Cravioto. Esperamos un buen rato ahí, la lluvia no cedía. Me encontré con el señor de la voz curiosa, platicamos un buen rato. Cuando finalmente la lluvia cedió, sacamos las cosas y comenzamos a instalarlas. Rápidamente comienza a surgir la gente. Chapito aparece y prende el anafre, viene con un amigo que no conocemos. Su amigo estaba demasiado borracho, no podía hablar. Tiempo después nos percatamos que se había orinado sobre su propio pantalón.
Aparece Lupe con su hermana y sobrina, le da mucho gusto vernos, comienza a gritar y nosotros nos ponemos muy contentos también y gritamos. Nuevamente aparece su papá y comienza a dirigir las operaciones, resulta incómodo como la vez anterior. Mucha gente de los alrededores se acerca, comenzamos a cocinar.
Le entregamos las fotografías impresas de la sesión anterior a Chapito (las imágenes que registró Erika). Chapito está sumamente feliz y corre a ver si la papelería de la esquina está abierta para comprarles una protección. Antes de eso, Lupe y Chapito discuten por alguna razón. Lupe lo amenaza: “No te pares tu culo porque aquí, allá o donde sea te parto tu puta madre”. Me sorprende el valor de Lupe para retar así al Chapito. Él se tranquiliza y ya no contesta nada. Tiempo después me entero que son hermanos, quizás por eso Chapito no continuó la polémica.
Llega María y me reclama, me dice que ya no me ama porque la sesión anterior me había dejado un recipiente para que le guardara mole de olla pero nunca vimos dicho recipiente y nos comimos todo el guisado. Me disculpo. María toma rápidamente la batuta de la preparación de la comida. La dinámica fluye bien, todos ayudamos. Los nopales quedan listos y comenzamos a servirnos. Aparece Johnnie Walker. Nos ofrece de su bebida, misma que nunca rechazamos a pesar de que hay agua de jamaica también. Comenzamos a platicar y me cuenta de algunos libros: “Mira, cábula“, me dice “Siddartha se trata sobre lo que eres… ¿Quién eres? ¿Qué buscas? ¿Qué añoras? El lobo estepario es el loco. Estás buscando afuera algo que no encuentras. Es de Herman Hesse” y agrega “Le voy más al Lobo Estepario que a Demian“. Mientras estamos comiendo y platicando se acerca gente de alrededor, le ofrecemos comida. Johnnie Walker remata: “Por ejemplo, ¿qué te dice Hemingway? ¿Por quién doblan las campanas? Pues por la guerra de los españoles. Y no es un librito, ¿eh?, es difícil de leer”.
Terminamos el guisado y llega la hora de los postres. Marilia y Miss Baby trajeron galletas, panqué, pan y más. De pronto una mezcla de felicidad y tristeza me invade. Esta parte del proyecto está llegando a su fin y no pudimos estar todas juntas y juntos para despedirnos. La plaza está quieta, casi no hay ruido, gotas de lluvia escurren por todos lados, se hace un silencio. Como cereza para el pastel, de pronto se acercan unos niños. Ya los habíamos visto en otras ocasiones pero nunca habíamos hablado con ellos. Nos cuentan que unos artistas habían venido días antes, los habían retratado y habían pintado sus imágenes en el área del frontón (junto a la Alhóndiga). Nos piden que si los podíamos retratar con fotografías junto a sus caras en el muro. Con gusto fuimos. Álvaro les tomó muy buenos retratos. Las imprimiremos para regalárselas posteriormente.
Termina la sesión, nos despedimos con mucho cariño, levantamos las cosas y limpiamos. María y Lupe nos dicen que nos acompañará al museo el día de la presentación de este proyecto con el público. Siempre voy a estar agradecido con la comunidad de la Plaza de la Alhóndiga por habernos recibido. Todos somos personas distintas, transformadas, antes y después de haber participado en estas seis comidas compartidas.
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Conclusiones y exhibición
Considero que uno de los objetivos más significativos que se cumplieron como parte del proyecto fue el haber generado un espacio de convivencia e intercambio con distintas personas que finalmente se convirtieron en nuestras amigas. De esta manera se logró construir una acción colaborativa que funcionara como parte de la vida cotidiana de la plaza. Es verdad que no todas las personas que participaron en el proyecto lo hicieron de manera continua ni de la misma forma, pero precisamente esto es un reflejo de la vitalidad de las acciones y de la dinámica del contexto. Algunas chicas participaban con la elaboración de la comida por cierto tiempo, luego iban a buscar a sus clientes, después regresaban a degustar lo cocinado.
Salvador Novo describe en su libro Los paseos de la Ciudad de México 4 cómo es que el virrey Revillagigedo instituye en 1790 el Paseo de la Viga, el cual se extendía precisamente por un costado de la Plaza de la Alhóndiga, sobre la actual calle de Corregidora. Este paseo, además de cumplir una función meramente recreativa para la sociedad novohispana y la que le sucedió, sirvió para que la ciudadanía entrara en contacto con los productos de hortaliza que se cosechaban en las afueras de la ciudad y se trasladaban al centro para ser vendidas. Es decir, en la zona se consumían y circulaban alimentos, y aunque en la actualidad continúa el consumo de productos a través de distintos comercios, el proyecto Seis comidas compartidas logró vincularse con el momento histórico mencionado de una manera diferente, mediante acciones voluntarias, mediante la generación de afectos, alejados de la búsqueda por generar un capital económico, sino el compartir una experiencia comunitaria a partir de establecer relaciones lo más equitativas posibles.
Los distintos tipos de intercambio que el proyecto propició con los habitantes de la Plaza de la Alhóndiga generaron una visión particular sobre la ciudad, una que no conciba al otro como algo extraño o inclusive peligroso. Todo se basó en la generación de un espacio de confianza. Las mujeres de esta zona son personas que logran salir adelante a pesar de todas las dificultades que enfrentan, además de dedicarse a una profesión que rechazada y segregada por la mayor parte de la sociedad. Detrás de cada una de estas mujeres hay grandes y trágicas historias como madres, trabajadoras y amigas que entienden de una manera completamente distinta el espacio público pues es su sitio de trabajo y al mismo tiempo su hogar. A él pertenecen y en él se desenvuelven a dario.
Quizás el proyecto les retribuyó algo a las chicas: muchas de ellas no habían convivido entre sí. No conocían sus nombres ni habían intercambiado experiencias. Ahora han trabajado juntas para un fin común y eso establece un precedente. Quizás en el futuro no necesiten que una persona de fuera venga a proponerles un proyecto para que puedan colaborar y apoyarse entre ellas.
Seis comidas compartidas se presentó, en formato de conversatorio, en el Museo Ex Teresa Arte Actual de la Ciudad de México el día miércoles 29 de julio de 2015. Al estar integrada esta fecha al programa Noche de Museos, hubo una amplia concurrencia. Como parte de la presentación, se incluyó una mesa con registros de lo sucedido en el espacio público: dibujos, fotografías, una selección de los objetos intercambiados en el puesto de trueque, distintos audios y el cuaderno del proyecto con anotaciones, dibujos, cuentas y crónicas. También hubo una presentación oral acompañada de proyección de fotografías e imágenes y finalmente se abrió la sesión al diálogo con el público, el cual participó de manera sumamente interesada. Le llovían preguntas a Miss Baby al grado de que la conversación se amplió más de lo previsto. Buscamos la generación de conciencia sobre las personas que habitan espacios como la Plaza de la Alhóndiga y nuestro cariño y recuerdos están ligados a ellas.
Algunos días después recibí un correo electrónico de Ana Julia, quien asistió como invitada a las comidas y a la presentación de las mismas en el museo:
Hola San,
Sobre tu trabajo en la Merced, ese mismo día me quedé pensando que, en mi humilde opinión, lo más importante que ha dejado esa obra, además de la convivencia que ha brotado allá, son los cambios que la experiencia ha creado en tu persona. Ofreciste tu vivencia como obra sin saber a dónde iba y sin tener todo bajo control como siempre lo has tenido en tus trabajos. Te expusiste y eso requiere confianza, una confianza que creo que empiezas a tener y que es algo que te va a elevar a otro nivel. Exponerse es imperfecto, incompleto, dinámico y por eso es humano y profundo. El centro de la obra expuesta en el Ex Teresa no fue ninguno de los objetos de la mesa, fuiste tú contando tu experiencia, con tus palabras, tonos y también con tus silencios (que me recuerdan a los espacios vacíos de una obra que vimos hace más de un año en una galería en la colonia Roma y que decías que se necesitaba valor para realizarla). Y creo que esto va de la mano con tu acercamiento a lo conceptual, ¡felicidades!.
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Créditos y agradecimientos
Seis comidas compartidas (febrero-junio 2015) es un proyecto que formó parte del taller Nómada. Una mirada a la práctica histórica del comercio en la Ciudad de México impartido por el Dr. Pavel Ferrer en el Museo Ex Teresa Arte Actual.
Proyecto: Santiago Robles. Equipo de trabajo: Miss Baby Baby, Álvaro Caudillo, Marilia Castillejos y Diego Gallardo. Registros: Roxana Ruiz, Álvaro Caudillo, Erika, Miss Baby Baby, Marilia Castillejos, Santiago Robles. Registro gráfico: (Edición: 6 + 1 P.A.), P.A. realizada en colaboración con Miss Baby Baby. Asesoría: Pavel Ferrer, Pedro Ortiz-Antoranz.
Agradecimientos: a Erika, Reyna, María, Chapito, Mauricio, Alberto, Lupe, Maribel, Ángeles y todas las personas que hicieron posible que la convivencia se pudiera llevar a cabo de manera tan significativa. A Miss Baby Baby y a Álvaro Caudillo por todo su profesionalismo y compromiso. A Roxana Ruiz, Marilia Castillejos, Diego Gallardo, Alejandra Guerrero, Mayra Álvarez y Miranda Martínez por su apoyo. A los invitados: Martha Delgado, Christian Barragán y Ana Julia Mizher. A Pavel Ferrer y Pedro Ortiz Antoranz por su acompañamiento crítico.