Chalcatzingo es una zona arqueológica que se encuentra en el Estado de Morelos a una hora y media de Cuernavaca pasando por Cuautla. Conocí el lugar porque Fernando Gálvez y Antonio Monroy me platicaron que el sitio se descubrió a principios del siglo pasado debido a que durante una tormenta, un rayo cayó sobre el cerro y lo partió, revelando un grabado en piedra que había permanecido oculto durante siglos y que representa a una persona muy importante de la época (¿un rey? ¿un granicero?) que está controlando el clima. ¿Fue este mismo personaje quien mandó al trueno para que lo destapara?
Al llegar a la zona, lo que más me impresionó fue un amate (árbol cuya corteza se utiliza desde la época prehispánica para producir papel), el más majestuoso y maravilloso que he visto, el verdadero árbol de la vida, mi pintura no le hace justicia. Este árbol se encuentra empotrado en el mismo cerro que el relieve descubierto, sujeto gracias a unas raíces impresionantes y me gustó imaginar que es un testigo del paso del tiempo, de las culturas que han habitado este lugar a través de las décadas. Se piensa que Chalcatzingo existía ya desde 3000 años antes de nuestra era
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Raíz en la tierra
Tinte de añil, de grana cochinilla, pintura al óleo y lápiz pastel sobre papel, 40 x 30 cm, 2021 (más un apunte en la libreta para acordarme de cómo era).
Me tomé la respetuosa libertad de unir algunos versos del tlatoani Nezahualcóyotl que me hacen pensar en este amate y en quienes lo admiramos:
¿Eres tú verdadero (tienes raíz)?
¿Es esto verdad?
Todo lo que es verdadero,
(lo que tiene raíz),
dicen que no es verdadero
(que no tiene raíz).
¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
Aunque sea de jade, se quiebra;
Aunque sea de oro, se rompe;
Aunque sea plumaje de quetzal, se desgarra.
Nada para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí
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Gracias a Fernando Gálvez, Antonio Monroy, Marilia Castillejos, Tony Pliego y Gabriela Latapí.