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¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?

Por Laura Martínez Terrazas
Arte / Abril 2022

I. Amarres, raíces, praxis

El artista mexicano Santiago Robles (Ciudad de México, 1984), realiza su práctica estética a través de experiencias provenientes del mundo angloparlante, y al mismo tiempo la relaciona con la cultura mexicana, dos de sus fuentes de inspiración más profundas. Aunque la combinación de estos elementos pudiera sonar de cierto modo extraña, el resultado es una exploración contemporánea muy interesante que demuestra la ambivalencia identitaria en la que oscila la mexicanidad del siglo XXI.

Varios temas se entrecruzan en la producción de Santiago. Si bien es un artista valiente que defiende la noción de identidades nacionales en su trabajo, no se abandona al embriagante vicio de engancharse al pasado muralista mexicano. Él sabe que la formación artística recibida no puede desembarazarse de la historia del arte mexicano institucionalmente relatada desde el ámbito académico; sin embargo, en ciertos rasgos de su trabajo se puede vislumbrar un mestizaje ultra-contemporáneo, donde cabe la raíz cultural pero también brotan elementos de la cultura popular y la influencia del capitalismo en nuestra (de)formación moderna.

SantiagoRobles, Pintura, Painting, Art

Yo soy otra tú, 2020

Las nociones de mexicanidad que se definen a través del trabajo de Santiago Robles no son una versión tradicional sacada de la teoría nacionalista nacida de la generación de Vasconcelos. Más bien se trata de una inflexión a la pregunta ¿quién soy? Cuya respuesta tiene diversas facetas, a veces en forma de pintura al óleo, a veces en forma de gráfica, a veces como trabajo a muro, a veces como escultura o práctica estética de sitios específicos.

La obra del artista se engancha una y otra vez a la literatura. Su raíz profunda con el logos como meditación del mundo exterior, se vislumbra sobre todo en las frases cortas pero contundentes que acompañan la explicación de sus piezas. En algún punto se hace referencia a la poesía de Nezahualcóyotl; en otra pieza se introduce un fragmento del escritor Eduardo Galeano, del filósofo Bolívar Echeverría o del historiador Fernand Braudel. Esa es la ruta de la palabra que mantiene la práctica artística de Santiago atada a la contemporaneidad no solamente mexicana sino de toda Latinoamérica; como un amarre de flor de pericón en el campo de maíz que pudiera atraer la latinidad a su corpus de obra y al mismo tiempo que lo rescatase de perder sus identidades dentro del capitalismo rampante que habita nuestra cotidianidad.

Huizachtitlan, dibujo, draw, santiagorobles

Huizachtitlan, entre huizaches, 2014

En este sentido, Santiago hace una apología del rescate propio, rescate que le da la posibilidad de encontrar el lugar en las narrativas global y local. Así se mantiene siempre en la eterna renovación de la respuesta a preguntas como ¿qué raíces tengo? ¿a dónde pertenezco? Preguntas de extrema motivación en términos narrativos y poéticos que tienen que ver sobre todo con el sistema de vecindad en el que México se encuentra: al norte con Estados Unidos de América y Canadá, y al sur con sus hermanos latinoamericanos. Posición de paridad y al mismo tiempo de diferencias profundas, cuyo camino expresivo se torna plástico en la práctica del artista.

Uno de los proyectos que más habla de este acto de rescate a través de la palabra, es Patria, Impecable y Diamantina (2017), una exposición acompañada de un mural público donde el muro se comporta como un lienzo en blanco en el cual el artista puede escribir. La palabra se adhiere a este soporte por medio de tipografías desiguales, pinceles cargados de pintura que en ciertas partes comienzan a gotear, y así, integran lo irregular y lo imperfecto de aquel poema cargado de ironía y amor patriótico llamado La suave patria de Ramón López Velarde. El exterior como escenario cumple un papel importante dentro de la pieza, ya que es a través del mural callejero en forma de pinta política, y su correspondencia con aquellos murales oportunistas que en cada periodo de elecciones brotan como la mala hierva por toda la ciudad; que se puede manifestar la pieza en toda su potencia. Santiago se reapropia de este tipo de manifestaciones publicas para que aparezca de la nada un López Velarde modificado, salpicado por la actualidad, en medio de basura, ratas y destartaladas camionetas que habitan el espacio público. Sin embargo, el poema revive: aún cuando sea reproducido en la calle, aun cuando su tipografía no sea perfecta, la palabra permanece, impacta, sensibiliza. El logos permanece aún cuando el mural exterior sea intervenido, porque la palabra como herramienta político-poética siempre sobrevive.

II. Habitar, habitarse

La búsqueda de una otredad empática que ciertas obras de sitio específico de Robles muestran, resulta en un espejo del que parte nuestro reflejo. Somos una comunidad fragmentada, aislada, individualizada. Cada esfuerzo por compartir, conversar, preguntar al otro, es una afrenta, una fractura en el egoísmo que el sistema capitalista pretende reforzar. Así, proyectos como Carpa Orgánica de La Soledad (2016) llevada a cabo en el viejo Barrio de la Merced, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, se convierte en un mecanismo que ayuda al artista en la integración de un colectivo, al retar al egocentrismo de las ciudades modernas. Quien pregunta al otro ¿cómo estás? ¿quién eres? ¿cuál es tu historia?, se lo pregunta a sí mismo, como un acto de resistencia frente al sistema. No hay nada más partisano en la actualidad que simpatizar con el otro, darle voz y existencia a la experiencia y de esa manera crear vínculos afectivos, y romper el paradigma individualista.

En Seis Comidas Compartidas (2015), Santiago experimenta el acto de habitar el espacio público, de habitar la experiencia del otro y habitarse en ellos. Crea un espacio doméstico en la intemperie, reviviendo un vínculo milenario de creación en colectividad: compartir el alimento. A través del maíz, en forma de tortilla, la invitación pública del artista se convierte en un manifiesto del colectivo que sin decirlo expresa un “existimos” temporal y disruptivo en la dinámica del ajetreado Centro Histórico de la Ciudad de México; desenmascarando este aparente lugar de paso en su verdadera faceta: compartir la comida convierte un fragmento de la calle en el hogar tanto de los invitados desconocidos como del artista, integrando el acto de ser colectivo en la obra de Robles en un habitar, un habitarse.

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Seis comidas compartidas, 2015

III. Cuando la naturaleza muere: quiote

Una tendencia poderosa en el trabajo de Santiago Robles es su constante acercamiento a las formas de la naturaleza, en particular a las formas que ya no están. El artista reflexiona permanentemente acerca del tipo de relaciones que el ser humano establece con el entorno natural, relaciones que casi siempre terminan con la destrucción o modificación profunda del entorno y con un aprovechamiento feroz por parte de la especie humana. Fruto de esta compleja relación son los parajes desecados, las plantas muertas o el entorno esquilmado.

Reparadora (2015-2016), surge como un acto político-poético desde el campo estético. Caminar las calles de la ciudad mediante un sistema de cuadrantes, para luego de identificar las zonas a intervenir, tratar de reintegrar el pavimento fracturado mediante diversos materiales de relleno. “Reparadora no repara, resalta la fractura” asegura el texto introductorio a dicho ejercicio público. El activismo estético presente en esta serie cuyo registro dio nacimiento a un libro de artista (otro de los productos siempre presentes en la creación de Robles) se convirtió en un manifiesto visual de las condiciones urbanas en la Ciudad de México, famosa por sus calles mal pavimentadas y baches, fracturas que hacen de la circulación una aventura salida de consola de videojuegos. Reparadora se presenta entonces como un momento de inestabilidad en la pasividad social, un pequeño gesto que significó un paréntesis en la normalidad de los cuadrantes participantes en este acto estético-político; una representación de las relaciones que se establecen entre el ser humano y su entorno cuyos efectos son casi siempre devastadores.

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El pasado tiene mucho futuro por delante, 2016

En su proyecto de larga duración llamado Zonas de Transición (2018-actualidad), Robles se ha dedicado a pensar la urbe y su relación con los entornos naturales. Este ejercicio parte de una caminata por la zona sur de la ciudad de Puebla —zona de transición entre lo rural y lo urbano— desencadenando una producción de dibujos y pinturas en tonos neón (coloración siempre relacionada con el diseño futurista, urbano,moderno) cuya temática son aquellas estructuras desvencijadas, aquellos ríos desecados, aquellas plantas cuyo porvenir es la muerte por contacto humano.

De nuevo Santiago Robles establece una pregunta fundamental: ¿cuál es nuestra relación con el entorno?, y la serie de respuestas son perturbadoras, reconfortantes, esperanzadoras y realistas, todo a la vez. La naturaleza se deseca, se marchita, se corta y se reproduce. Somos testigos de la muerte y resurrección interminable de la vegetación a nuestro alrededor, sitios que se barbechan, sitios que reflorecen, sitios que se secan y sitios donde el agua vuelve, con o sin el consentimiento humano. El artista se mantiene como testigo presencial, historiador de los hechos, memoria de la destrucción-renacimiento como ciclo perpetuo.

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Toda esa orilla era el lago, 2019

Esta misma reflexión sobre las relaciones complejas entre el ser humano y la naturaleza son el motor que lleva a Santiago a producir piezas cuya materia prima es el maíz. Y ¿qué otro elemento puede representar el eterno ciclo de la vida y la muerte como el grano ancestral, raíz y cordón umbilical de Latinoamérica? En la performance artística de esta serie, Robles invierte el valor del maíz, cambia de ser un alimento fundamental, a un elemento gestual que poco a poco, de manera casi ceremonial, el artista coloca en una base suave para formar una marca, en el sentido de huella, pero también en el sentido comercial del capitalismo actual. Figuras reconocibles por ser cotidianas se dibujan en el maíz rojo, blanco, azul, amarillo: Sabritas, Coca Cola, Pepsi, Starbucks; elegías del consumo a través del sagrado grano prehispánico. Paradojas de la era contemporánea, mapas de la historia del consumo, estética post-capitalista y pre-pandémica.

Sin duda la práctica estética de Robles tiene aristas muy interesantes a cubrir. El presente texto se configura simplemente como una revisión, casi superficial, del horizonte de producción estética que pudiera surgir en el presente, y por supuesto en la producción futura de este joven artista mexicano.

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Live for Wow, 2019

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Laura Martínez Terrazas es Maestra en Historia del Arte por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha trabajado en el desarrollo y difusión de las culturas populares, en la promoción del arte contemporáneo mexicano a través de galerías privadas en la Ciudad de México, y como parte del equipo de trabajo del Instituto Cultural del Consulado de México en Florida, Estados Unidos de América, dedicado a la difusión del arte nacional en el extranjero. Actualmente se desempeña como Directora de Operaciones en la Galería Proyectos Monclova.

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Lista de obra

Santiago Robles
1. Yo soy otra tú, pintura acrílica, pintura al óleo, lentejuela, imitación de hoja de oro y semillas de maíz procesado, 100 x 70 cm, 2019
2. Huizachtitlan, entre huizaches, de la serie Migración (2013-2015), tinte de grana cochinilla y pintura acrílica sobre papel artesanal elaborado en Arte Papel Vista Hermosa, Oaxaca, 34 x 49 cm, 2015
3. Patria, impecable y diamantina, registro que constituye la totalidad de la obra pues ésta no se limita a la intervención pictórica sino también a lo que sucede en el contexto, 4:48 min, 2017
4. Seis comidas compartidas, registro del proyecto colaborativo del mismo nombre, fotografía digital, 2015
5. El pasado tiene mucho futuro por delante, registro del proyecto Reparadora, díptico fotográfico, 2016
6. Todo esa orilla era el lago, del proyecto Zonas de transición, pintura al óleo sobre lienzo, dos secciones de 90 x 60 cm cada una, 2020
7. Live for wow, más de 12 500 semillas de maíz tratadas químicamente con la finalidad de que la obra se auto consuma de forma regulada con el paso del tiempo, 105 x 105 cm, 2019

Notas

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