Códice Starbuckstlán
El presente proyecto consiste en generar un espacio de reflexión en torno a la formación del poder centralista en México, desde un punto de vista relacionado con aspectos históricos, míticos, económicos, políticos y sociales. La parte medular es la serie gráfica conformada por 22 piezas unidas entre sí a manera de códice, las cuales tienen como referencia el Códice Azcatitlan (mediados del siglo XVI-finales del siglo XVII) y el Códice Boturini (primera mitad del siglo XVI).
Este códice es el resultado del análisis de algunas repercusiones que tuvo y sigue teniendo en nuestro contexto la implementación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ahora llamado T-MEC, firmado entre México, Estados Unidos de América y Canadá hace poco más de dos décadas. Visualmente el códice representa el trayecto realizado por las tribus nahuas (entre ellas la mexica), que partieron de Aztlan y llegaron a la Cuenca de México, sitio en el cual fundaron su ciudad México-Tenochtitlan.
El Códice Starbuckstlán está elaborado con el tinte rojo que produce el insecto de la grana cochinilla, utilizado por las culturas prehispánicas como técnica pictórica. Este material sirve como vínculo entre algunos significados del color rojo, que para los mexicas incluía una relación con el dios de la guerra Tezcatlipoca, 1 y el color rojo que utiliza como parte de su imagen el Partido Revolucionario Institucional de México.
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Dos sentidos de hibridación 2 son los elementos fundamentales de este proyecto, los cuáles están presentes tanto en las representaciones visuales del mismo como en los materiales que se utilizaron para su realización.
Con respecto a la representación simbólica, el punto de partida es la idea de que, a partir de la ratificación del TLCAN, México abrió sus puertas a la nación más poderosa del mundo, para que introdujera de manera masiva productos comerciales. Estos productos son las fuerza del consumismo; se identifican por ser íconos de la cultura popular norteamericana, expresados a través del cine, el entretenimiento, la alimentación, la moda, la propaganda y la Internet. Son íconos pop del sueño americano.
México es una nación creada a partir del choque y mezcla de diversas culturas, esta amalgama histórica forma parte de nuestras múltiples identidades. En este proceso, la presencia de la cultura pop norteamericana se ha generalizado y las imágenes que la conforman se han apropiado e integrado a los emblemas de la cultura popular mexicana, dando paso a nuevos significados y formas. Así, la apropiación y resignificación o nuevo significado de dichos íconos en la más amplia variedad de objetos, productos y servicios, forman parte importante de nuestro entorno visual cotidiano.
Cuando los mexicas, después de más de doscientos años de migración (1111 e.c. al 1325 e.c.) llegaron a su destino (el sitio donde fundaron Tenochtitlán), se dieron a la tarea de escribir su historia, 3 sin embargo, en ese momento no existía ya un migrante con vida que hubiera partido de Aztlan, y que pudiera contar de viva voz los hechos ocurridos. Es decir, los mexicas reescribieron su pasado a partir de lo que concebían en el contexto presente. El Códice Starbuckstlán, por lo tanto, se propone reescribir de manera gráfica el pasado mítico mexicano a partir del contexto del Tratado de Libre Comcercio de América del Norte.
Por otro lado, las piezas gráficas que conforman el códice están elaboradas con el tinte que se extrae de la grana cochinilla (Dactylopius coccus), un pigmento natural que utilizaban las culturas prehispánicas y que se obtiene a partir de un insecto hemíptero parasitario de los nopales.
Además de este color natural, en el Códice Starbuckstlán se utiliza pintura acrílica, que es representativa de la era industrial, por ser un material sintético producido en serie que seca rápidamente, desde el cual se puede plantear una reflexión en torno al ritmo de vida contemporáneo en las ciudades occidentales —en el cual se cuenta generalmente con poco tiempo para realizar cualquier tipo de actividad. Por lo tanto, el segundo sentido de hibridación del proyecto tiene que ver con el encuentro de estas dos técnicas gráficas y pictóricas, que ideológicamente se encuentran en tensión por pertenecer a dos visiones contrarias y opuestas del mundo —una establecida en términos más armoniosos con la naturaleza y otra que parte de la visión del dominio del hombre sobre ella. Estos materiales tienen como soporte un papel elaborado a mano de forma sustentable por artesanos del valle de Etla, Oaxaca, relacionando al proyecto de manera física con el papel amate, utilizado originalmente en el Códice Boturini.
En la época prehispánica el color rojo del tinte de la grana cochinilla era asociado con Tezcatlipoca, dios que otorgaba poder y era dueño de las batallas. En épocas más recientes, de 1929 al 2000, la República Mexicana estuvo gobernada por una serie de presidentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el cual regresó al poder el 2012 para volverlo a perder en 2018. Debido a que el color representativo de este partido político es el rojo, el Códice Starbuckstlán sugiere generar una reflexión en torno al poder y su fundación en nuestro territorio, generando una vinculación cromática interpretativa entre el pasado y el presente.
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Obra
Códice Starbuckstlán, 2018, tinte de grana cochinilla y pintura acrílica sobre papel artesanal (Arte Papel Vista Hermosa, Oaxaca), 22 láminas de 25 x 38 cm cada una (total de 25 x 840 cm aproximadamente), audio cíclico de 17 minutos (narración del códice).
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Vídeo con narración
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Narración
Los reyes de la Triple Alianza
Sentados, tres caciques. Los tres tlaloque de la Triple Alianza conformada por Tenochtitlán, Tetzcoco y Tlacopan. Portan una diadema de turquesas (xiuhuitzolli) y están vestidos con un largo braguero (máxtlatl), mientras que una capa rectangular se anuda sobre la espalda o sobre el cuello. Sujetan un largo bastón de mando (átlatl). Ellos mismos, antiguos entre los más antiguos, primeros entre todos.
Partida desde Azcatitlán
Azcatitlán, junto al hormiguero; Aztlán, ciudad de ciudades, lugar de las garzas. A la izquierda del camino, dos personas, temerosas, consultan a una deidad. Tras ellos, los numerosos pueblos que ahí se encontraban. En la montaña, a la izquierda del colibrí, Huitzilopochtli, guía espiritual, hace el llamado para partir tal como lo hacen las especies migratorias. La palabra inicial resuena a la izquierda del corazón.
Exploración
Un día salimos para volver. Trece veces veinte. Una vida después, una nación más tarde. Viaje alrededor de una cuenca, una casa o un caracol. Algunos de nosotros nos quedamos a la vera del camino, otros emprendimos la travesía. Entonces fuimos guerreros que partían hacia aguas desconocidas, lejos, hacia nuestro encuentro, trece veces veinte.
Colhuacán
Al fondo de una caverna, bajo la montaña torcida, mujeres y hombres levantan un altar. Alzan su voz en la oscuridad, entre carrizos, glifos y trazos imposibles de un hombre surgiendo del pico de un colibrí: “Tú puedes hacer todo lo que te propongas, si tienes tesón”. Quizás la voz de aquella ave, su canto y su sabiduría, no sólo se escuche dentro del pecho de la montaña, sino también logre salir a la superficie de la tierra y llegue hasta los oídos del pueblo que duerme bajo los volcanes, cual manada nómada.
Guías de la migración
Al partir, cuatro antiguos teomamas fueron los guías: Tezcacóatl, Apanécatl, la mujer Chimalma y Quauhcóatl. Cuatro también las señales que los representaron: tierra, fuego, aire y agua, mas uno solo el designio que les rige al andar, náufragos entre las estaciones, los días y los años. Al partir, ocho fueron las casas que siguieron los pasos indicados por los teomamas: matlatzinca (inventores de la red), tepanecas (piedra), tlahuicas (arco y flechas), malinalcas (hierba que se tuerce), cuitlahuacas (agua fermentada que se desborda del recipiente), xochimilcas (flor sobre chinampa), chalca (piedra preciosa) y huexotzinca (árbol de ahuehuete). Ocho fueron las tribus que salieron en busca del ombligo de la luna, ocho los puntos que recorrieron sobre la tierra y aún en el cielo. Trece veces veinte lunas, trece veces veinte lagos, trece veces veinte vueltas alrededor de una misma casa; trece veces veinte: una vida.
Tamoancha
Timoancán,
en ti yace todo
el agua clara junto a los ahuehuetes
la montaña y la serpiente
la tierra y las flores
nuestra morada.
Timoancán, sin ti, nada
solo el estruendo del cielo
el árbol hendido
el llanto y las palabras rotas
nuestra deriva.
Timoancán, más allá de ti, ¿qué?
traspuesto el umbral de sangre y obsidiana
allende todos los aires
y los nueve cielos
nosotros, nuestro signo y nuestro número.
Huitzilopochtli
Caída del cielo, hecha presa suya la furia, aire hiriente sus garras, vi al ave solar desatar la más oscura noche entre nosotros, la más sola orfandad. Sin nuestro átlatl, sin nuestra red, sin nuestra palabra, sin un nombre siquiera. ¿A quiénes dejamos en el camino? ¿Cuándo habrán de cerrarse sus ojos, detenerse sus corazones? Caído del cielo oí el “eco de un relámpago” y de un lamento.
Coatepec
Llegaron con la noche, lejos ya del mar. Cuextecatlichoyaca te nombraron: lugar donde lloran el álamo, el ocozote y el liquidámbar. Montaña de agua arábiga. Bosque de culebras y orquídeas. Cuextecatlichoyaca, alta semilla del recomienzo, consuelo de migrantes; mas verde surtidor de pasos alejándose. Con la noche partieron, entre la neblina.
Tula
Fue así que cruzaron el afluente del río Pescados, igual a mil culebras anegando el horizonte, hasta que dieron, en simétrica esperanza y multiplicada desdicha, con la llanura del altiplano central. Tierra formada por sedimentos de viento y de mar. Tierra habitada por atlantes, mariposas y juncales. Fue así que se sucedieron los años casa, los años conejo, los años caña, los años pedernal. Largos días bajo un mismo árbol de piedra, extensas noches junto a un cielo de agua, siempre el agua, a la deriva de un dios oscurecido.
Tula, lugar de tules
Buen pintor
Tolteca de la tinta negra y roja,
Creador de cuanto hay sobre el agua ciega.
Buen pintor
Entendido, a un lado de Dios,
Diviniza con su corazón las cosas,
Dialoga con su sombra.
Buen pintor
Cuida de la tinta, los libros y las pinturas,
Colócate junto al que es prudente, del que es sabio
Y guarda en ti su imagen.
Perdidos
¿A dónde iremos si, perdidos, vamos por los cerros, en los bosques, en el lugar de peñas; si no logramos escuchar ni ver nada sobre la tierra o en el cielo?
¿A dónde iremos, a Aquilalaquia, donde rezumaba el agua, a Tlemaco, hogar de la sahumadora, a Atotonilco, pedregal de agua hirviente? ¿A dónde iremos? ¿Dónde el lugar en el que no exista la muerte?
Apatzco/Tzompanco
Entre la cal y la piedra
Del fuego y el lodo
De ahí ha salido el sol
El niño precioso, águila que asciende.
¿Cómo seguirá su camino?
¿Cómo hará el día?
¿Acaso sucederá algo con nosotros?
Señor nuestro, dígnate a cumplir tus oficios:
El atravesamiento de jarillas,
Las ofrendas como mosaico de guacamayas
El sacrificio de codornices y cautivos.
Con flores y cantos
Trazas a los que vivimos en la tierra
Aunque después pondrás fin a águilas y jaguares.
Sólo en tu libro de pinturas viviremos
Entre el maíz y la sangre
De huesos y rezos
Aquí sobre la tierra.
Acalhuacán
Tras muchas jornadas, llegaron a Xaltocan, “el territorio de las arañas de la arena”. Se asentaron en Acalhuacán, cuenca de canoas. Observaron por primera vez el lago en su inmensidad, probaron su agua salada, comieron de sus algas (residuo de hombres). Agua que rezuma agua: migrar hacia el origen, sobre la rueda del regreso, mientras en lo alto, Ehecatépetl, cerro de viento, de lluvia y relámpagos, observa nuestro atardecer implacable.
Cohatitlán
Una caracola: el sol, el eco, las culebras, las estaciones del calendario, una vida, un lago, una casa, el camino. Así el designio de los peregrinos: no asentarse, proseguir incansablemente, no saciarse, no conocer el consuelo, ni el descanso ni el sueño pleno. Antes de ser mujeres y hombres, primero fueron una misma palabra repetida hasta el cansancio, hasta la muerte, hasta el olvido. Y andar así fue andar hacia adentro, extraviados de la mirada de los dioses, lejanos de sí mismos, ebrios de tanto círculo. El principio fue el fin: hombres-serpiente fatigados bajo el sol.
Tecpayocan
En Xiuhcococan, el cielo desató una lluvia de fuego.
En Tecpayocan, el pedernal venció tres veces.
En Pantitlán, la peste izó su bandera.
Mas en Amilinalco, la vida fue un ojo de agua.
Tezozomoc:
tú que naciste del oscuro grito de las rocas al romperse y que no conociste frontera suficiente para tus ambiciones
tú, que engendraste a Maxtla, hijo del odio y la traición y que no conoció el dolor ni la compasión entre sus semejantes
tú, cruel hermano gemelo de Nezahualcóyotl, jefe del incansable ejército hormiga, de negra herida señor de Azcapotzalco, Chalco, Tlatelolco, Cuantitlán, Tlacopan, Colhuacán, Atlacuihuayan, Coyoacán y Acolman tú, que naciste de la noche y tu nombre fue Piedra
tú, Gran Tlatoani, Excepcional Guerrero, Señor de la Cuenca de México
bien conoces el crujido de la roca al romperse dentro de las manos del hombre.
Texcaltitlán
No viviremos aquí
Entre las rocas, en medio de los peñascos
Tallados por la lluvia y el viento reseco
Pirámide, Volcán, Montaña.
No será aquí nuestra casa
Lago de lava erosionada
Arroyo de batallas y sacrificios
Ruta, Límite, Derrota.
Todos aquí somos menesterosos
De igual modo tendremos que irnos
A través de la llanura, con nuestras armas y almas
Perdidas muchas lunas antes.
*
Son ellos los que se afanan con el proceder del cielo; quienes nos llevan, nos dicen el camino.
Son ellos quienes mantienen la cuenta de los destinos y los días.
De ellos es el encargo, la encomienda, la palabra divina.
Chapultepec
Aquí reside Moctezuma Ilhuicamina: viejo ahuehuete entre viejos ahuehuetes, en la alta casa de la gloria y la desgracia.
Aquí descansa la memoria, corriente de agua dulce en medio del afluente de odio; aquí permanece en pie el cerro del chapulín, pequeño jardín para del descanso y la contemplación durante siglos negados; aquí aún brota la fuente del Fuego Nuevo, la chispa que hará arder este bosque de dolor e infamia.
Aquí, todavía, resuena aquel oscuro canto que anega los sueños e inventa magníficas ciudades y palacios.
Aquí, sobre esta ladera minúscula, en medio del cuenco de las manos, yace nuestra esperanza.
Derrota en Chapultepec
Bienvenidos sean, hermanos todos:
hermanos Tepanecas
hermanos de Xaltocan
hermanos de Tlacopan
hermanos de Azcapotzalco
hermanos de Coyoacán
hermanos de Colhuacán.
Bienvenidos sean:
hermanos del Rencor
hermanos de la Cólera
hermanos de la Amargura
hermanos del Dolor y el Desamparo.
Bienvenidos sean:
hermanos, esposos, padres
hijos todos del Odio
canto y lamento de una misma voz
ésta es su casa, alta pira de llanto.
Colhuacan / Contitlán
Vencidos venimos, con el macuahuitl y el dardo en nuestros corazones. Día de luna, día de pena, día de abandono. O quizás, día del desprendimiento, día de sangre solar, día para olvidar y recomenzar, como el vapor elevándose sobre el pedregal. Espíritu hirviente, dador de vida. De una nueva vida, así venimos. Linaje ancestral, de sangre derramada sobre el agua, semilla, grano y fruto. Después la noche, después su nocturno y zurdo canto. Así hemos llegado.
Final
Coatlinchán, necesitamos un aliado, un amigo y un protector
Coatlinchán, señor en el hogar de las serpientes
Recibe nuestra ofrenda y permítenos algo de comer.
Yxtacallco, desesperados estamos
Trece veces veinte vidas de hambre, guerras y pérdidas
Yxtacallco, dos gotas de agua para nuestra salada sed
Un respiro y una palabra de consuelo pedimos
Aún nos aguardan Mixiuhcan y Temazcaltitlán.
Señor que anida en su pecho al colibrí, escúchanos.
La señal
No será la arcilla de los esteros
ni la espuma de los ríos
y tampoco la arena de este lago.
Esta quieta mancha
en tu embravecido corazón
que nada dice a la memoria
sino un relámpago de penumbrosa agua
lo que alumbre en silencio la mirada.
No será nunca lo que se ha escrito
ni este momento
suficiente llama
para abrasar la noche
y el testimonio de nuestra oscurecida palabra.
*
Vencidos venimos,
así hemos llegado.
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Códice Starbuckstlán
Santiago Robles
Guión de la narración: Christian Barragán, Santiago Robles.
Fotografías de registro: Diana Cantarey.
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